miércoles, 30 de octubre de 2013

Autónomas chilenas, Angela Manolita Erpel Flúor

Manifestaciones híbridas dentro de la diáspora del feminismo: Introducción
exploratoria a gérmenes conceptuales.

Angela Manolita Erpel Flúor

 La falta de credibilidad que adquirió la palabra “feminismo” muchas veces se debe al
imaginario alimentado por la “tecnocracia del género”, que proyectó la imagen de un
constructo hecho desde arriba hacia abajo, sostenido en una especie de privilegio ajeno a los
recorridos y derroteros de la construcción del pensamiento feminista.
 En Chile la pugna entre los feminismos institucionales y los autónomos es de larga
data, y a modo de síntesis, podemos decir que se enardeció en la post dictadura con la
irrupción de las políticas de la igualdad en la administración pública, enarbolada por grupos
“progresistas”, clasemedieros y creyentes férreos (¿o férreas?) de las representaciones políticas
que buscaban aunar esfuerzos para incluir lo que era la novedad del año en esos locos
noventas: la perspectiva de género, que transversalizó las políticas públicas de este maravilloso
e imaginario concierto monocorde llamado democracia ciudadana.
 Por otro lado, nos encontrábamos también en un escenario donde algunos feminismos
autónomos tuvieron fragmentaciones que, muchas veces, terminaron en separatismo o bien se
fusionaron en movimientos mixtos radicales, libertarios, izquierdistas o algunos, derechamente,
esotéricos.
 Pero ya la post dictadura está en otra etapa, cumpliendo las bodas de plata desde el
plebiscito del 88, cuando el sistema nos cooptó con términos como “tolerancia” “identidades”
“visibilización” “diversidad” y tantas otras, que luego de ser higienizadas, fueron reapropiadas
por el sistema hetero patriarcal para usarlas en nuestra contra sin asco alguno.
 En esta atmosfera socio política, es que emergen manifestaciones “híbridas” dentro del
feminismo (para seguir utilizando este florido léxico que nos robó el neoliberalismo sin
avisarnos) las que se vuelven carne en las organizaciones y que adquieren mutaciones para
posicionarse como un proyecto, supuestamente alejado de los esquemas institucionales tan
gastados y desprestigiados, pero tampoco tan radical ni callejero; porque “no convocan” pues
trae a la mente mujeres rabiosas que odian a los hombres y ese tipo de cosas que una mujer
consciente, informada e hiperconectada no quiere representar.
 Analizaremos a continuación dos casos a mi parecer paradigmáticos dentro de estas
nuevas corrientes sociológicas de los feminismos hibridos:Primer caso híbrido analizado: Grupos feministas hidropónicos: creaciones de
laboratorio y sin raíces.
Son grupos que primero se consiguen la plata y después se consiguen la gente.
 Estas hibridaciones nacen a veces como grupos con mucha pompa, para lo cual
tenemos a disposición las herramientas digitales, amplia conexión con la cooperación
internacional, gestión de la información y el conocimiento feminista, mas su trasfondo aún no
cuestiona del todo lo profundo del patriarcado, sin embargo da respuestas ágiles y efectivas.
Vendría a ser como una evolución del feminismo oenegista, pero adaptados a la rebeldía que
fluye en el aire.
Este feminismo hidropónico no es nuevo, y se basa en los mismos postulados institucionales
de los que muchas veces reniegan: la representación de las luchas feministas, pero sin las
feministas. La diferencia es que el campo de acción no está exclusivamente en las instituciones
clásicas (como el Estado o la academia), sino que traspasan éstas para penetrar en el campo de
las redes sociales, de la virtualidad, de la acción aliada con otros movimientos y tantas otras
venas del tejido social. En palabras neoliberales, serían verdaderos “clusters para la innovación
feminista” o bien “emprendimientos del post género para la competitividad”. Por supuesto
hablamos de grupos con responsabilidad social y sustentabilidad medioambiental.
 Sin embargo, creo que estas formas híbridas “hidropónicas” le tienen miedo al
feminismo, porque mal que mal, tienen un sustrato en la institucionalidad, pero negándola y
asumiendo algunas formas del autonomismo, que por cierto, son mucho más atractivas (por no
decir marketeras). Miedo porque el feminismo exige romperse a una misma, des-construirse,
des-colonizarse, des-armarse. Al feminismo no se entra, el feminismo te entra y se queda ahí,
revolviéndote la sangre.
 La crítica frente a ello es que no se puede ser feminista de fines de semana, hay que
romper con el mundo y sus tintes patriarcales: la familia, la reproducción obligatoria, la mirada
de clase, la estética, todo. Y no todas las lechugas hidroponicas pueden hacer esto, dado que en
este invernadero posmoderno nos encontramos con mujeres casadas, con otras que defienden
a rajatabla la heterosexualidad como orden sexo político “pero incluyendo a la disidencia”, con
defensoras de las familias “alternativas”, con admiradoras del régimen capitalista “con tintes
solidarios y de autogestión” (¡más palabras robadas!) y algunas hasta respetuosas de la
autoridad “porque el caos no construye”.
Segundo caso analizado: La pandillas dinamita
Radicalidad en la medida de lo imposible. Adolescencia post treinta.
Se propone una radicalidad completa, pero sin vivir en una choza, en lo posible tener Iphone
para vociferar la radicalidad y la marginalidad por facebook u otra plataforma.
Hago el hincapié en que muchas veces esta dinamitación total propone arrasar con historia,
con luchas, con construcciones que han significado fracturas dolorosas, donde también hay muertas, desaparecidas y torturadas, que no se pueden convertir en caricaturas burdas con
tanta ligereza.
La inclinación al pavoneo se contrasta con la autodenominación “bajo perfil” o “subterránea”
que busca esta tendencia, sin embargo, sus fortalezas justamente están en el ámbito
comunicacional y estético.
El delicado equilibrio entre las contradicciones como recurso, muchas veces se manifiesta en
algunos actos que se han relevado en el trabajo de terreno de la presente investigación:
- Contradiccion uno: La demonización de las condicionantes biológicas: Todos dicen
odiar las descalificaciones relacionadas con la biología, pero se escuchan gritos de
descalificación por un lado hacia “los hombres con pene” y por otro hacia “las viejas
menopáusicas”, ambas por cierto, de corte biológico.
- Contradicción dos: Es bien visto no dialogar con nadie, herméticamene solo con los
pares, poner un muro frente a feministas no radicales, a las no jóvenes (entendiendo
que el concepto juventud aquí es bastante laxo), a los medios y a otros actores socio
políticos. Sin embargo inflar el pecho cuando se nombra al grupo en otro contexto.
- Contradicción tres: Escupir sobre la academia, pero usar lenguaje académico y sus
recursos, como ésta presente investigación descriptivo- exploratoria cuanti cualitativa
con perspectivas a la modelización.
Conclusiones:
 ¿Ha nacido un nuevo feminismo? No lo creo, más bien creo que es una adecuación
acomodada de esa cierta incomodidad que nutre y nos desangra cada vez que hablamos,
pensamos y respiramos desde el feminismo.
Aclaro que no es la idea atacar estas formas de acción, las feministas no somos tontas ni somos
tantas, como para ver el enemigo en el interior del movimiento, no caeré en la trampa de creer
en la idea patriarcal de que muchas mujeres juntas conformamos el famoso “gallinero” que se
nos cuelga con tanta ligereza, esa idea machista de que muchas mujeres juntas, en grupo, se
sobrepasan y explotan; porque es una trampa – prejuiciosa y sexista -creada por la
masculinidad (¡Gracias Freud!) para debilitarnos y enfrentarnos entre nosotras con burdas
estrategias como las envidias y los chismes, en los cuales no entraremos a ahondar. Quiero
mencionarlas porque estas formas (feminismo hidropónico y pandilla dinamita) son un
llamado de atención a ciertos abordajes del feminismo.
La provocación es a pensar en nuestras propias fracturas a veces impalpables como el azúcar
flor, pero que pueden llegar a ser igual de empalagosas.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Manifiesto Colectiva del Rio Combahee - Una declaración negra feminista - Abril de 1977

Manifiesto Colectiva del Río Combahee

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Manifiesto Colectiva del Rio Combahee - Una declaración negra feminista - Abril de 1977
Extraido de https://we.riseup.net/radfembr+spanish/manifiesto-colectiva-del-rio-combahee-una-declarac
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La Colectiva del Río Combahee (Cornbahee River Collective) fue un grupo feminista negro ubicado en la ciudad de Boston cuyo nombre provino de la acción guerrillera inventada y dirigida por Harriet Tubman el 2 de junio de 1863, en la región Port Royal del estado de Carolina del Sur. Esta acción liberó a más de 750 esclavos y es la única campaña militar en la historia norteamericana planeada y dirigida por una mujer.
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Somos una colectiva de feministas Negras que se han estado juntando desde 1974. Durante este tiempo nos hemos involucrado en el proceso de definir y clarificar nuestra política, y a la vez hemos hecho trabajo político en nuestro propio grupo y en coalición con otras organizaciones y movimientos progresistas. La declaración más general de nuestra política en este momento Sería que estamos comprometidas a luchar contra la opresión racial, sexual, heterosexual, y Clasista, y que nuestra tarea especifica es el desarrollo de un análisis y una práctica integrados basados en el hecho de que los sistemas mayores de la opresión se eslabonan. La síntesis de estas Opresiones crean las Condiciones de nuestras vidas. Como Negras vemos el feminismo Negro como el lógico movimiento político para combatir las Opresiones simultáneas y múltiples a las que se enfrentan todas las mujeres de Color. . `
A continuación discutiremos cuatro temas importantes:
1. La génesis del feminismo Negro contemporáneo; 2. Lo que creemos, por ejemplo, el campo específico de nuestra política; 3. Los problemas en organizar a las feministas Negras, incluyendo una breve “Herstory” de nuestra colectiva; 4.Los temas y la práctica feminista Negra.
1. La génesis del Feminismo Negro Contemporáneo
Antes de presentar el reciente desarrollo del feminismo Negro nos gustaría afirmar que localizamos nuestros orígenes en la realidad histórica de las mujeres afroamericanas y su lucha continua de vida y muerte para su supervivencia y liberación, La relación excesivamente negativa de la Negra al sistema político estadounidense (un sistema manejado por el hombre blanco) siempre ha sido determinada por nuestra categorización en dos castas oprimidas: la racial y la sexual.
Angela Davis ha indicado en “Reflexiones sobre el papel de la mujer Negra en una comunidad de esclavos", que las negras siempre han incorporado, aunque sea sólo en su manifestación física, una postura adversaria al mando del hombre blanco y han resistido activamente sus incursiones sobre ellas y sus comunidades en maneras tanto dramáticas como sutiles. Siempre han habido negras activistas, unas conocidas, como Sojourner Truth 1, Harriet Tubman 2 Frances E. W. Harper 3, Ida B, Wells Barnett,4 y Mary Church Terrell 5 y miles no conocidas que han compartido su reconocimiento que la combinación de su identidad Sexual y su identidad racial hace única su situación vital total tanto como el enfoque de sus batallas políticas. El feminismo Negro contemporáneo es un reflorecimiento de incontables generaciones de sacrificio personal, militancia, y trabajo por parte de nuestras madres y hermanas.
Una presencia feminista Negra se ha desenvuelto más claramente en conexión con la segunda onda del movimiento de la mujer angloamericana que empezó hacia los últimos años de los 60. Las Negras, otras tercermundistas, y trabajadoras se han comprometido al movimiento feminista desde sus principios, pero fuerzas reaccionarias exteriores tanto como el racismo y el elitismo dentro del mismo movimiento han servido para obscurecer nuestra participación. En 1973, feministas Negras, principalmente las radicadas en Nueva York, sintieron la necesidad de formar un grupo feminista Negro separado. Este llegó a ser la Organización Nacional Feminista Negra (The National Black Feminist Organization (BFO).
La política feminista Negra también tiene una conexión evidente con los movimientos para la liberación Negra, en particular los de las décadas de los 60 y 70. Muchas de nosotras participamos en los movimientos (Derechos Civiles, El Nacionalismo Negro, Las Panteras Negras) y todas nuestras vidas fueron afectadas y cambiadas por sus ideologías, sus metas, y las tácticas empleadas para alcanzarlas, Nuestra experiencia y desilusión con estos movimientos de liberación, tanto como la experiencia en los márgenes izquierdistas masculinos de los blancos, nos llevó a ver la necesidad de desarrollar una política que fuera antiracista, a diferencia de las mujeres blancas, y antisexista, a diferencia de los hombres Negros y blancos.
Sin duda también hay una génesis personal en el feminismo Negro, esto es, el reconocimiento político que emerge de las experiencias aparentemente personales de las vidas individuales de las mujeres Negras. Las Feministas Negras y muchas más Negras que no se definen como feministas han experimentado la opresión sexual como un factor constante en nuestra existencia cotidiana Como niñas nos fijamos que éramos distintas de los muchachos y que nos trataban distinto. Por ejemplo, al mismo tiempo nos hacían callar para que nos viéramos “como damas”‛ y para hacernos más admisibles en los ojos de la gente blanca. Mientras que crecíamos nos dimos cuenta de la amenaza de abuso físico y sexual de parte de los hombres. A pesar de todo, no teníamos ninguna manera de conceptualizar lo que era tan obvio para nosotras, que sabíamos lo que en realidad sucedía.
Las Feministas Negras frecuentemente hablan de sus sentimientos de locura antes de reconocer los conceptos de la política de la sexualidad, del mando patriarcal, y más importante, el feminismo, el análisis político y la práctica que nosotras las mujeres usamos para luchar contra nuestra opresión. El hecho que la política racial y claramente el racismo son factores que penetran en nuestras vidas no nos permite a nosotras ni a la mayoría de las mujeres Negras, ver más a fondo dentro de nuestras experiencias y, a partir de esa desarrollada y compartida concientización construir una política que nos cambiará la vida e inevitablemente dará fin a nuestra opresión. Nuestro desarrollo también está sometido a la actual posición política de la gente Negra. La generación de juventud Negra que siguió a la segunda guerra mundial fue la primera que pudo tomar la menor ventaja de ciertas opciones educativas y de empleo, antes cerradas totalmente a la gente Negra. Como resultado de esas pocas opciones, nuestra posición económica aun está por los suelos de la economía capitalista norteamericana, unas pocas de nosotras hemos podido obtener los conocimientos que nos permiten luchar contra nuestra opresión de manera eficaz.
Una combinada posición antiracista y antisexista nos juntó inicialmente, y mientras nos desarrollábamos políticamente nos dirigimos al heterosexismo y la opresión económica bajo el capitalismo.
2. Lo que creemosSobretodo, nuestra política brotó primeramente de la creencia compartida que las Negras somos inherentemente valiosas, que nuestra liberación es necesaria, no como adjunto a la de alguien más, pero debido a nuestra necesidad de autonomía como personas humanas, Esto puede parecer tan obvio como para sonar simple, pero es aparente que ningún otro movimiento ostensiblemente progresista ha considerado nuestra opresión especifica como prioridad ni ha trabajado seriamente para acabar con esa opresión. Sólo nombrar los estereotipos peyorativos atribuidos a las Negras, (por ejemplo, Mammy/niñera Negra, matriarca, Sapphire, puta, Bull­daggar/jota) sin categorizar el tratamiento cruel, frecuentemente sanguinario, indica el tan poco valor que se ha dado a nuestras vidas durante cuatro siglos de esclavitud en el hemisferio occidental. Reconocemos que la única gente a quien le importamos lo suficiente como para trabajar por nuestra liberación somos a nosotras mismas. Nuestra política nace de un amor saludable por nosotras mismas, nuestras hermanas, y nuestra comunidad que nos permite continuar nuestra lucha y trabajo.
Este enfoque sobre nuestra propia opresión está incorporado al concepto de la política de la identidad. Creemos que la política más profunda y potencialmente la más radical se debe basar directamente en nuestra identidad, y no en el trabajo para acabar con la opresión de otra gente. En el caso de las Negras este concepto es especialmente repugnante, peligroso y amenazante, y por lo tanto revolucionario porque es obvio al ver a todos los movimientos políticos antecedentes al nuestro que en ellos cualquier otra persona merece la liberación más que nosotras. Rechazamos pedestales, ser reinas, y tener que caminar diez pasos atrás. Ser reconocidas como humanas, igualmente humanas, es suficiente.
Nosotras creemos que la política de la sexualidad bajo el sistema patriarcal se adueña de las vidas de las mujeres Negras tanto como la política de clase y raza. También encontramos difícil separar la opresión racial de la clasista y de la sexual porque en nuestras vidas las tres son una experiencia simultánea. Sabemos que no existe tal cosa como la opresión racial-sexual que no sea solamente racial o solamente sexual; por ejemplo, la historia de la violación de Negras por hombres blancos como un arma de la represión política.
Aunque somos feministas y lesbianas, sentimos solidaridad con los hombres Negros progresistas y no defendemos el proceso de fraccionamiento que exigen las mujeres blancas separatistas. Nuestra situación como gente Negra requiere que tengamos una solidaridad por el hecho de ser de la misma raza, la cual las mujeres blancas por supuesto no necesitan tener con los hombres blancos, a menos que sea su solidaridad negativa como opresores raciales. Luchamos juntas con los hombres Negros contra el racismo, mientras también luchamos con hombres Negros sobre el sexismo.
Reconocemos que la liberación de toda la gente oprimida requiere la destrucción de los sistemas político y económicos del capitalismo y del imperialismo tanto como el del patriarcado, Somos socialistas porque creemos que el trabajo se tiene que organizar para el beneficio colectivo de los que hacen el trabajo y crean los productos, y no para el provecho de los patrones. Los recursos materiales tienen que ser distribuidos igualmente entre todos que creen estos recursos. No estamos convencidas, sin embargo, que una revolución socialista que no sea también una revolución feminista y antiracista nos garantizará nuestra liberación. Hemos llegado a la necesidad de desarrollar un entendimiento de las relaciones entre clases que toma en cuenta la posición específica de la clase de las Negras que generalmente están al margen de la fuerza Obrera, aunque durante este tiempo en particular algunas de nosotras seamos percibidas doblemente como símbolos deseables en los niveles funcionarios y profesionales.
Necesitamos verbalizar la situación real de clase de personas que no son simplemente trabajadores sin raza, sin sexo, pero para quien las opresiones raciales y sexuales son determinantes significantes en sus vidas laborales/económicas. Aunque compartimos un acuerdo esencial con la teoría de Marx en cuanto se refiere a las relaciones económicas especificas que él analizó, sabemos que su análisis tiene que extenderse más para que nosotras comprendamos nuestra específica situación económica como Negras.
Una contribución política que estimamos ya hemos hecho, es la expansión del principio feminista de que lo “personal es político”. En nuestras sesiones de concientización, por ejemplo, de muchas maneras hemos ido más allá de las revelaciones de las mujeres blancas porque estamos tratando las implicaciones de raza y de clase tanto como las del Sexo. Hasta nuestro estilo como Negras de hablar testificar en la lengua Negra sobre lo que hemos experimentado tiene una resonancia a la vez cultural y política. Por necesidad hemos gastado bastante energía explorando el carácter cultural y personal de nuestra opresión porque estos asuntos nunca se han estudiado antes. Nadie ha examinado antes el complejo tejido de las vidas de las Negra.
Un ejemplo de esteriotipo de revelación/conceptualización ocurrió en una junta en la cual discutimos las maneras en que nuestros intereses intelectuales habían sido atacados por nuestros iguales, en particular los hombres Negros. Todas descubrimos que porque éramos “inteligentes” también nos consideraban "feas”, esto es, “inteligente-fea”. Ser “inteligente-fea” puso en claro que todas habíamos sido obligadas a desarrollar nuestros intelectos al gran costo de nuestras vidas “sociales”. Las sanciones de las Comunidades Negras y blancas con las pensadoras Negras son muy altas en comparación a las mujeres blancas, en particular las educadas de clase media y alta.
Como ya hemos dicho, rechazamos la posición del separatismo lésbico porque no es una estrategia ni un análisis viable de la política para nosotras. Excluye demasiados y a demasiada gente, en particular los hombres, mujeres y niños Negros. Tenemos bastante crítica y odio hacia lo que la sociedad ha hecho de los hombres: lo que apoyan, como actúan, y como oprimen. Pero no tenemos la noción descabellada que esto sucede por ser hombre en sí, es decir que la anatomía masculina los hace como son. Como Negras encontramos que cualquier tipo de determinismo biológico es una base peligrosa y reaccionaria para construir una política. También tenemos que preguntarnos si el separatismo lésbico es un análisis y estrategia política adecuada y progresista aun para las que lo practican, ya que sólo admite las fuentes sexuales de la opresión de las mujeres, renegando de los hechos de clase y raza.
3. Problemas en organizar a Feministas NegrasDurante nuestros años como una colectiva feminista Negra, hemos tenido la experiencia del éxito y de la derrota, de la alegría y del dolor, de la victoria y del fracaso. Hemos hallado que es muy difícil organizar alrededor de temas feministas Negros, que es aún difícil anunciar en ciertos contextos que somos feministas Negras. Hemos tratado de pensar sobre las razones por las dificultades, especialmente ya que el movimiento de las mujeres blancas sigue siendo fuerte y crece muchas direcciones. En esta sección discutiremos en general algunos de los problemas que confrontamos al organizar tanto como sus razones y también comentaremos específicamente Sobre las etapas para organizar nuestra colectiva.
La mayor fuente de dificultad en nuestro trabajo político es que no estamos solamente tratando de pelear contra uno o dos frentes de la opresión, sino enfrentar toda una extensión de opresión. Para apoyarnos no tenemos el privilegio racial, sexual, heterosexual, o clasista, ni tenemos el mínimo acceso a los recursos ni al poder que tienen los grupos que poseen cualquiera de estos tipos de privilegio.
El desgaste psicológico de ser una Negra y las dificultades que este presenta al tratar de lograr una concientización política y al hacer trabajo político nunca Se puede subestimar. En esta sociedad racista y sexista se da muy poco valor al espíritu de las Negras. Como dijo una vez una miembra principiante: “Todas somos personas dañadas solamente por el hecho de ser mujeres Negras". Somos gente desposeída psicológicamente y a todo nivel, y aun sentimos la necesidad de luchar para cambiar la condición de todas las mujeres Negras. En “La búsqueda de una feminista Negra por la hermandad", Michele Wallace llega a esta conclusión: “Existimos como mujeres que son Negras que son feministas, cada una aislada por ahora, trabajando independientemente porque aun no hay un ambiente en esta sociedad remotamente congenial a nuestra lucha porque al estar tan abajo, tendríamos que hacer lo que nadie ha hecho nunca: pelear contra todo el mundo”. 6
Wallace es pesimista pero realista en su asesoramiento de la posición de las feministas Negras, en particular en su alusión al casi clásico aislamiento que todas Confrontamos. Podríamos usar nuestra posición baja, sin embargo, para tomar un salto limpio hacia la acción revolucionaria. Si las mujeres Negras fueran libres, esto significaría que todos las demás tendrían que ser libres ya que nuestra libertad exigiría la destrucción de todos los sistemas de opresión.
El feminismo es, a pesar de todo, muy amenazante a la mayoría de la gente Negra porque pone en duda alguna de las suposiciones más básicas de nuestra existencia, por ejemplo, que la sexualidad tendrá que ser un determinante de las relaciones basadas en el poder. Aquí tienen la definición de la voz del hombre y la mujer según un panfleto Nacionalista Negro de los años 70:
“Nosotros entendemos que es y ha sido tradicional que el hombre encabece el hogar. Es él el líder del hogar/la nación porque su conocimiento del mundo es más ancho, su conocimiento más grande, su entendimiento más pleno, y su aplicación de esta información es más sabia. . . Después de todo, es sólo razonable que el hombre encabece el hogar porque él puede defender y proteger el desarrollo de su hogar. . . Las mujeres no pueden hacer las mismas cosas que los hombres-por naturaleza funcionan distintamente. La igualdad entre los hombres y las mujeres es algo que no puede suceder ni siquiera en el mundo abstracto. Los hombres no son iguales a otros hombres, por ejemplo, en habilidad, experiencia o hasta en entendimiento. El valor de los hombres y las mujeres se puede ver como en el valor del Oro y de la plata—no son iguales pero ambos tienen mucho valor. Tenemos que reconocer que los hombres y las mujeres se complementan porque no hay una casa/familia sin un hombre y su esposa. Los dos son esenciales al desarrollo de Cualquier vida”.?
Las condiciones materiales de la mayoría de las mujeres Negras probablemente no les llevarían a destruir los arreglos económicos y sexuales que parecen representar la estabilidad en sus vidas. Muchas mujeres Negras tienen un buen entendimiento tanto del sexismo como del racismo, pero debido a las constricciones en sus vidas no pueden tomar el riesgo de batallar contra ambos.
La reacción de los hombres Negros al feminismo ha sido notoriamente negativa. Se sienten, por supuesto, más amenazados que las mujeres Negras por la posibilidad que las feministas Negras nos organicemos al torno de nuestras propias necesidades. Reconocen que no solamente perderían aliadas valiosas y trabajadoras para sus luchas sino que también estarían obligados a cambiar sus costumbres habitualmente sexistas en cuanto actúan entre sí y en cuanto oprimen a las mujeres Negras. Las acusaciones que el feminismo Negro divide la lucha Negra son disuasiones poderosas contra el desarrollo del movimiento autónomo de las mujeres Negras.
Aun así, cientos de mujeres han participado en diversos momentos durante los tres años vigentes de nuestro grupo. Y cada mujer que vino, vino al sentir una fuerte necesidad de captar a Cualquier nivel una posibilidad que no existía antes en su vida.
Cuando comenzamos a reunirnos en 1974 después que la NBF0 tuvo su primera Conferencia en la región oriental, no teníamos ni una estrategia para organizamos ni un enfoque. Sólo queríamos ver lo que poseíamos. Después de no reunirnos por unos meses, empezamos a juntarnos otra vez más tarde ese año y empezamos una toma de conciencia variada e intensa. Tuvimos el sentimiento abrumador de que después de años y años al fin nos habíamos encontrado. Aunque no hacíamos trabajo político como grupo, individuas continuaban su participación en la política lésbica, el abuso de la esterilización y el trabajo para el derecho al aborto, las actividades del día internacional de la mujer tercermundista, y el apoyo activo del Dr. Kenneth Edelin 8 Joann Little9 e lnez Garcia 10. Durante nuestro primer verano cuando el número de miembras había bajado considerablemente, ésas entre nosotras que quedábamos nos dedicamos a discutir la posibilidad de abrir un refugio para mujeres golpeadas en la comunidad Negra. (No había ningún refugio en Boston en ese tiempo.) También decidimos por ese tiempo hacernos una colectiva independiente ya que teníamos unos desacuerdos serios con la posición burguesa-feminista de la NBFO y su falta de un claro enfoque político.
También, por ese tiempo, nos contactaron las feministas socialistas con quienes habíamos trabajado en actividades sobre los derechos al aborto. Ellas querían animarnos a asistir a la Conferencia Feminista Socialista Nacional, en Yellow Springs. Una de nuestras miembras sí asistió y a pesar de la estrecha ideología que se promovió en esa Conferencia en particular, reconocimos aun más la necesidad de entender nuestra propia situación económica y de hacer nuestro propio análisis económico.
En el otoño, cuando algunas miembras regresaron, experimentamos varios meses de inactividad comparativa y desacuerdos internos que primero se conceptualizaron como una división entre lesbianas y heterosexuales pero que también era resultado de diferencias políticas y de clase. Durante el verano, ésas entre nosotras que todavía nos juntábamos determinamos la necesidad de hacer trabajo político, y de ir más allá de la toma de conciencia.y de servir solamente como un grupo de apoyo emocional. Al principio de 1976, cuando algunas de las mujeres que no quisieron hacer trabajo político, y quienes también tuvieron desacuerdos con el grupo, dejaron de asistir por su cuenta, buscamos de nuevo un enfoque. Decidimos durante ese tiempo, con la adición de nuevas miembras, convertirnos en un grupo de estudio. Siempre habíamos compartido lo que leíamos y algunas de nosotras habíamos escrito papeles sobre el feminismo Negro para discutir con el grupo unos meses antes que se hiciera esta decisión. Empezamos a funcionar como un grupo de estudio y también empezamos a discutir la posibilidad de comenzar una publicación feminista Negra.
Hicimos un retiro a fines de esa primavera que nos proporcionó el tiempo para discutir la política y para resolver temas interpersonales. Actualmente planeamos una colección de escritura feminista Negra. Sentimos que es absolutamente esencial demostrar la realidad de nuestra política a otras mujeres Negras y creemos que podemos hacer esto a través de la escritura y distribución de nuestra obra. El hecho de que individuas feministas Negras viven en aislamiento a través del país, de que somos pocas, y de que tenemos algunas habilidades para escribir, imprimir, y publicar nuestro trabajo, nos hace querer llevar a cabo proyectos de este tipo como medio para organizar feministas Negras mientras continuamos nuestro trabajo político en coalición con otros grupos.
4. Temas y proyectos de feministas Negras
Durante este tiempo juntas hemos identificado y trabajado con muchos temas de particular interés a las mujeres Negras. El desdoblamiento totalizante de nuestra política nos lleva a preocuparnos de cualquier situación que toque la vida de la mujer, gente del Tercer Mundo y obreros. Estamos, por supuesto, particularmente comprometidas a trabajar en esas luchas en las que la raza, el sexo, y la clase son factores simultáneos de la opresión. Podríamos por ejemplo, involucrarnos en la organización sindicalista de fábricas que emplean mujeres tercermundistas, 0 protestar contra hospitales que cortan sus servicios de salud, en principio inadecuados, a la comunidad tercer-mundista, O empezar un centro en un barrio Negro que trate la crisis de la violación, Los problemas del bienestar social (programas estatales) y de guarderías también pueden ser puntos de enfoque. El trabajo por hacerse y los temas inacabables que este trabajo representa simplemente refleja que los aspectos de nuestra opresión se filtran a través de todas partes.
Los temas y proyectos que miembras de la Colectiva han realmente trabajado son el abuso de la esterilización, los derechos de aborto, las mujeres golpeadas, la violación y rapto, y los servicios de la salud. También hemos tenido muchos talleres y educativas sobre el feminismo Negro en las universidades, conferencias de mujeres, y más recientemente, para mujeres en las secundarias.
Un tema que nos preocupa mucho y que hemos empezado a discutir públicamente es el racismo en el movimiento de las mujeres blancas. Como feministas Negras estamos alertas constante y dolorosamente al poco esfuerzo que las mujeres blancas hacen para comprender y combatir su racismo, el cual requiere, entre otras cosas, más que una comprensión superficial del racismo, del color, y de la historia y cultura Negras. Eliminar el racismo en el movimiento de las mujeres blancas es por definición el trabajo de ellas pero continuaremos a dirigirnos al tema y a exigir contabilidad sobre el tema.
En la práctica de nuestra política no creemos que el fin siempre justifique los medios. Muchos actos reaccionarios y destructivos se han cometido para obtener metas políticas “correctas". Como feministas no queremos jugar sucio con gente en nombre de la política. Creemos en el proceso colectivo y en una distribución del poder que no sea jerárquico dentro de nuestro propio grupo y en nuestra visión de una sociedad revolucionaria. Nos comprometemos a un examen continúo de nuestra política a medida de que se desarrolle, por medio de la crítica y la autocrítica como un aspecto esencial de nuestra práctica. En su introducción a Sisterhood is Powerful (La hermandad es poderosa) Robin Morgan escribe:
             “No tengo ni la menor idea del papel que los revolucionarios hombres blancos heterosexuales podrían hacer, ya que son la incorporación del poder en la cual los intereses reaccionarios están invertidos".
Como feministas y lesbianas Negras sabemos que tenemos un trabajo definitivamente revolucionario que llevar a cabo y estamos preparadas para dedicar la vida al trabajo y la lucha que nos espera.
Notas
1. Sojourner Truth (’l797?­1883) fue una abolicionista (luchadora por la abolición de la esclavitud de los negros) y activista pro-derechos de la mujer, En uno de los primeros congresos sobre los derechos de la mujer a mediados del siglo diecinueve, reveló su pecho para dar pruebas de su sexo, proclamando, “Ain‛t l a woman?‛’ (‛‘¿No soy una mujer?”). Este gesto simbólico quiso exponer el fallo de las feministas blancas para incorporar en su lucha los problemas de las negras. Por lo tanto, Sojourner Truth ha servido de modelo a muchas feministas negras contemporáneas.
2. Harriet Tubman (1822-1913) fue una esclava fugitiva, abolicionista y reformista social. Es famosa por su trabajo con “la resistencia liberacionista" que le permitió salvar a 300 negros de la esclavitud.
3. Frances E. W. Harper fue poetisa popular, novelista, y oradora a fines del siglo diecinueve.
4. Ida B. Wells Bamett (1862-1931) fue periodista, conferenciante y líder para los derechos civiles. Participó en la fundación de la NAACP (Asociación nacional para el adelantamiento de la gente de color) y fundó la primera organización de negras sufragistas.
5. Mary Church Terrell (1663-1954) fue maestra, autora, sufragista, y una líder para los derechos civiles, Trabajó activamente para organizar a las negras en la luchas contra el racismo y el sexismo. Ella fue instrumental en fundar la Asociación Nacional de Negras en 1896.
6. Michele Wallace, “A Black FeminiSt’s Search For Sisterhood” (“La búsqueda de la hermandad por una feminista negra”), The Village Voice, 26 de julio de 1975, pp. 6-7.
7. Muminlnas of Committee for United Newark, Mwanamke Mwananchi, (The Nationalist Woman) Newark, New jersey, 1971, pp. 4-5,
8. Doctor Kenneth Edelin fue un obstetra y ginecólogo negro en el Hospital de la Ciudad de Boston. Sin apoyo de los administradores hospitalarios, él y sus Colegas progresistas trabajaban horas extras sin pago para proveer abortos a mujeres del cercano barrio pobre que los pidieran. En 1973, se le acusó de homicidio involuntario por hacerle un aborto legal a una negra de 17 años que pidió el procedimiento y que no sufrió ningún daño como resultado. “Creo muy fuertemente en el derecho de una mujer de determinar lo que le pase a su propio cuerpo", declaró el doctor Edelin. “Si una mujer no está convencida en su propia mente que quiere un aborto… no lo haré". En febrero de 1975, Edelin fue declarado culpable por un jurado de doce blancos, en su mayoría hombres y católicos, y condenado a un año de libertad vigilada. (The Guardian, Nueva York, 19 y 26 de febrero de 1975). Mientras que la jerarquía católica movilizaba a sus partidarios antifeministas para apoyar el castigo de Edelin, el movimiento de las mujeres feministas de Boston Se movilizó a defenderlo. En el proceso subsiguiente, Se exoneró al doctor Edelin, que después recibió una promoción.
9. Loann Little fue una negra de 20 años encarcelada en el condado de Beaufort en el estado de Carolina del Norte. En agosto de 1974, un guardia blanco de 62 años entró en su celda e intentó violarla. Ella resistió y resultó en que lo mató a puñaladas. Acusa de homicidio, recibió el apoyo y solidaridad de los liberales, radicales y especialmente del movimiento de las mujeres a través del país. En agosto de 1975, la exoneró un jurado de seis negros y seis blancos. “Puede ser que ya hay una ley que dice que una negra tiene el derecho de defenderse”, declaró entonces loann Little. “El fiscal tenía más interés en mandar a las mujeres negras ala Cámara de gas que en la justicia". (The Guardian, Nueva York, 27 de agosto de 1975).”….Nunca he sido pesimista con respecto al poder del pueblo. Sabía que si se juntaba el pueblo, venceríamos".
10. Inez García fue acusada en California en 1975 del homicidio de Miguel Liménez. Él fue el amigo de Louis Castillo, 17, que según Inez Garcia la violó con la ayuda activa de liménez. Su primer juicio resultó en una convicción de culpable. Pero después la convicción fue anulada por una corte superior de California, así que se le exoneró.
11. La Conferencia Feminista Socialista Nacional se llevó a cabo en Yellow Springs, Ohio en julio de 1975. Asistieron unas 1600 mujeres socialistas y feministas con diferentes perspectivas políticas de muchas partes de Norteamérica. Un grupo de mujeres marxistas y antifeministas intentó dominar la Conferencia y evitar Cualquier discusión teórica del feminismo socialista Por eso, se formaron espontáneamente varias Caucuses (juntas de base), incluso una gran junta de lesbianas, para enfrentarse con las cuestiones que tocaban a la mayoría de las asistentes.
  

jueves, 22 de agosto de 2013

Subjetividad esclava, colonialidad de género, marginalidad y opresiones múltiples María Lugones

Subjetividad esclava, colonialidad de género, marginalidad y opresiones múltiples
María Lugones

Empiezo este trabajo con varias aseveraciones que se pueden recibir como duras o tiernas, depende de la relación que quienes las reciben tienen con el poder. En el resto del trabajo voy a presentar razones, argumentos y narrativas que intentan apoyarlas para inclinarlas(los) a considerar un marco distinto hacia un feminismo decolonial. Afirmo que:
1. No hay despatriarcalización sin descolonización que no sea racista.
2. No hay descolonización si no se desliga de la introducción colonial de la dicotomía jerárquica hombre-mujer, macho-hembra
3. El feminismo hegemónico, blanco en todas sus variantes, es eurocéntrico, universalista, racista.
4. La introducción colonial de la dicotomía hombre-mujer, macho-hembra no es sólo heterosexual sino heterosexualista, ya que el significado de la heterosexualidad depende de la dicotomía.

Conclusión: Debemos trabajar hacia una organización social sin dicotomías jerárquicas. No es el nombre ‘mujer’ el que me importa. Pero tenemos muchos otros nombres que si los decimos rompemos con la universalidad.

El argumento: colonialidad de género y feminismo decolonial
El pensamiento moderno está caracterizado por el énfasis en el principio de no contradicción y por las dicotomías jerárquicas. Tal vez la dicotomía jerárquica fundamental fue la distinción entre lo humano y lo no-humano. O una es humana o no lo es; ser las dos es una contradicción. Esta dicotomía es central en la introducción colonial capitalista de un sistema de género que separa lo humano y lo no humano. El desarrollo de la Conquista, la Colonia y el capital se volvió el proyecto por excelencia de España y Portugal en el siglo XVI y de Inglaterra, Holanda y Francia en el siglo XVIII. Los europeos introdujeron la dicotomía racial con respecto a las personas, el trabajo, las prácticas sociales, la lengua, la sociedad misma, es decir la colonialidad del poder. Los europeos se consideraban seres de razón, pero no a los colonizados no. Los europeos eran seres humanos, los colonizados no. Los que llamaron “indios” y “negros” fueron entonces concebidos como seres no humanos, bestias, seres naturales, y tratados como tal en el pensamiento occidental moderno, es decir como seres a usar.

Por racismo no me refiero necesariamente a la relación legal entre los que han sido y siguen siendo percibidos como seres humanos, superiores y aquellos y aquellas que son percibidos, tratados, juzgados como bestias, seres inferiores, sin conocimiento ni saber, sin lengua, sin religión, sin razón. Me refiero más bien a apuntar a la dicotomía moderna entre lo humano y lo no humano (que a veces se expresa como “no completamente humano) y a la reducción de facto de gentes a animales y como tales a instrumentos de los seres humanos. La interiorización que constituye el racismo deshumaniza a seres que son percibidos como bestias a través del trato en la producción económica, en la producción del conocimiento, en la imposición sexual, en la determinación a destruir sus formas de vida, su sentido de sí mismos, su relación con todo lo que sustenta su vida.

Toda la naturaleza estaba y sigue estando concebida como instrumento del hombre humano (una tautología) para sí, para acumular riqueza infinitamente, extraída de todo lo natural. A los indios y negros se los concebía como sin género, no eran ni hombres ni mujeres. En tanto bestias se los concebía como sexualmente dimórficos o ambiguos, sexualmente aberrantes y sin control, capaces de cualquier tarea y sufrimiento, sin saberes, montados por el diablo. Por lo tanto, se los concibió como sexualmente totalmente accesibles por el hombre y sexualmente peligrosos para la mujer.

Lo humano mismo está dividido por dicotomías jerárquicas entre hombre (Europeo-después blanco-burgués en la metrópolis o en la Colonia) y mujer (europea-después blanca-burguesa en la metrópolis o en la Colonia.) El hombre, el ser humano superior en la jerarquía de género es un ser de razón, un sujeto, mente en vez de cuerpo, civilizado, público. Es el único ser al que se le atribuye la posibilidad de objetividad e imparcialidad que con el uso de la razón permite el alcance de verdades universales. No hay ni conocimiento ni saber que no sea la producción de la razón.

La mujer, la única mujer que hay, está subordinada necesariamente al hombre porque, de acuerdo al pensamiento moderno, está dirigida más por la emoción que la razón, está más cerca de la naturaleza porque reproduce con el hombre burgués a la próxima generación de hombres y mujeres, de seres humanos y, al mismo tiempo, reproduce el capital y la raza. La mujer burguesa ha sido mujer e inseparablemente humana por su ligazón reproductiva con el hombre moderno precisamente porque reproduce el capital y la raza. Asegurar ese legado requirió que la mujer burguesa sea concebida como heterosexual, casta, sexualmente pura y pasiva, relegada al espacio doméstico donde, gracias a su ser patológico (emocional), está capacitada para inculcar su conocimiento a los niños y solamente a los niños, antes de la edad de la razón.

Lo que se desarrolló en la Conquista y la Colonia, y que hoy se sigue aplicando en todo el mundo es la negación y destrucción de todo lo que constituía a cada persona, a cada comunidad, a todas sus prácticas, saberes, relaciones con todo lo que existe en un universo donde todo está interconectado, su comprensión del universo, su manera de hacer comunidad. El poder colonial, capitalista, racializó el trabajo y reservó para los indios y los negros los trabajos que deshumanizan y matan. El proceso de negación y destrucción incluyó el intento de vaciar la memoria, de llenarla con la cristiandad y la cosmología dicotómica, jerárquica, violenta, cristiana, racional, que los relegaría a bestias. El proceso de negación y destrucción lo hizo el hombre, el europeo, como el individuo que puede porque tiene razón y poder. El proceso de destrucción de la comunidad está íntimamente ligado a la relación entre sexualidad y raza, y el sistema de género entiende al género como necesariamente humano, dicotómico, jerárquico, heterosexual, sexualmente dimórfico.

La distinción sexual moderna/capitalista/colonial no es biológica sino política. La distinción “biológica” entre macho y hembra que introdujo la modernidad a través del desarrollo de la ciencia depende de la dicotomía de género. Es una distinción política. Axial que, al usar la distinción como “natural” y “biológica”, es en sí mismo un esconder las contradicciones del sistema de género moderno colonial capitalista. Concebir, percibir, clasificar algo como natural es entenderlo como instrumento. Nada natural tiene la facultad de la razón y, por lo tanto, no sólo no es una distinción humana, sino que su explotación y reducción se piensan justificadas por su condición “natural.” Es decir, la distinción entre humano civilizado y naturaleza es otra distinción colonial fundamental. El escindir lógicamente la distinción hombre-mujer de la distinción entre macho y hembra permite pensar a los animales y los seres subhumanos como sexualizados dimórficamente.


Una de las técnicas colonizadoras de destrucción de la comunidad fue tratar al macho noble indígena como una autoridad entre los comuneros y como mediador en la organización de la producción. A la hembra india se le negó toda autoridad. En la relación comunal, la imposición colonial consistió también en relegar a las hembras a una posición de inferioridad. Los machos indios tenían que pagar tributo, la hembra tenía que ocuparse de todas las tareas que antes eran tareas complementarias en la comunidad. Creo que el aceptar esa posición superior fue difícil para los machos indios porque fue impuesta a la fuerza por el poder colonial, el de la Iglesia católica y el de la Corona.
Pero también creo que tenemos que mirar hasta qué punto los jaqui, okinrin y muchos otros nombres que constituían a la persona indígena (de Abya Yala, de EE UU, de África) resistieron esa posición de superioridad que permitió al colonizador destruir las comunidades indígenas.
Creo asimismo que, poco a poco, en vez de opuestos en un sentido que necesita igualdad y respeto en todo lo que tiene que ver con la vida, los indígenas, designados como machos y bestias por la Colonia, desarrollaron el odio y el gusto por la violencia del hombre eurocéntrico, acumulador de riquezas, moderno. Un odio en tanto aquel es un ser que los niega y deshumaniza, y que, dada su superioridad concedida por la Colonia sobre su opuesta, lo cegó y lo volvió leal a la Colonia. Esa lealtad es profunda porque la posición de los opuestos era generadora de comunidad, de saber ritual, de vida. Los indígenas africanos, andinos, lakota, cherokee colonizados en su lealtad a la colonia, o bien han rechazado el cuestionar la subordinación de la “mujer” o prestan atención pero lo piensan como “una cosa de mujeres”.

Cuando escucho decir a intelectuales subalternos que ellos no sólo no tratan de género, sino que además su cultura, tradición, cosmología, organización comunal no subordina a la “mujer indígena,” se olvidan de los 500 años de la Colonia, moderna, capitalista y de la enorme resistencia ejercitada por las personas reducidas a bestias. Estoy apuntando con esta pregunta al meollo de la cuestión comunal, generada por la oposición que crea vida en un sentido muy amplio: en esos 500 años, los jaqui reducidos a animales machos por la imaginación y práctica colonial, ¿resistieron la posibilidad de volverse hombres? ¿Resistieron la posibilidad de subordinar a lo opuesto? ¿Continuaron usando las palabras chacha-warmi, obinrin-okinrin en su sentido cosmológico de contribuir a la infinita generación de la vida, la comunidad, el universo, desde una constitución que no adopta la empresa de cambiar al mundo, y así obtener poder? ¿O tradujeron chacha a hombre en el sentido colonial, capitalista, moderno? Yo entiendo que si uno separa la “cuestión de género” como “cosa de mujeres” de la política real, de los problemas importantes en la reconstitución decolonial, uno esconde de sí mismo y de la comunidad intelectual y socioeconómico-política, y de la producción de conocimiento decolonial, precisamente la lealtad a la Colonia que esa posición implica.

Una manera importante de pensar la relación entre género, raza y burguesía es lo que venimos pensando como “interseccionalidad.” Si en el sistema de género moderno, eurocentrado, capitalista, colonial, por un lado, la categoría “mujer” significa ideológicamente,  si apunta, a una persona frágil, sexualmente contenida, relegada a lo doméstico, sin razón y sin rol público, y por el otro, la clasificación racial —y por lo tanto racista— “negro” o “indio” apunta ideológicamente a seres primitivos en todo sentido, no realmente humanos, capaces de gran violencia, sexualmente sin control, con enorme capacidad y resistencia para el trabajo físico, ¿qué quiere decir “mujer indígena,” “mujer negra?” No hay mujeres indígenas ni negras. La frase “mujer indígena” es una contradicción. Aunque las mujeres eurocentradas, burguesas, blancas hayan usado el término ’mujer’ como universal, en su lucha por la liberación de la mujer sólo entendieron por “mujer” el significado ideológico moderno, capitalista, colonial que excluya a todos los negros, a todos los indios. “Mujer negra” es una contradicción. Necesitamos escuchar las palabras como problemáticas y remplazarlas por palabras y concepciones indígenas. El movimiento de liberación ha apuntado a que las mujeres consigan lo que tiene el hombre blanco, pero el punto de partida excluyó a las indígenas del mundo.

Elsa Barkley Brown, historiadora feminista negra, dice:

Necesitamos reconocer no solamente diferencias sino también la naturaleza relacional de esas diferencias. Las mujeres blancas y las mujeres de color no solamente viven vidas diferentes sino que las      mujeres blancas viven las vidas que viven en gran parte porque las mujeres de color viven las vidas que viven […] (1991: 86)

Y Yen Lee Espíritu, feminista filipino-americana, afirma que:

Los blancos y la gente de color viven vidas que están estructuradas racialmente. Las intersecciones entre estas categorías de opresión (clase, raza, género) significan que hay jerarquías entre mujeres, entre hombres, y que algunas mujeres tienen poder cultural y económico (1997: 99).

Ahora, si pensamos en el negro o en el indio, abestializados en la concepción y prácticas coloniales, si la resistencia a ser negro o a ser indio va a dar lugar a ser persona en un sentido no colonial, moderno, capitalista, entonces es posible que la categoría incluya a la negra. Pero si negro o indio se ha vuelto una competencia racial con el hombre blanco por estatus, por poder en el sentido colonial, entonces esas categorías no incluyen a la negra o a la india, ni a la warmi ni a la obinrin. Es decir que la adición de negro y mujer o indio y mujer nos presenta una combinación absurda, monstruosa, o nos marca una ausencia. Yo veo en esa interseccionalidad una ausencia precisamente porque el feminismo decolonial no puede querer que warmi se traduzca o se perciba como mujer india, ya que el significado es colonial y contradictorio. De ahí la ausencia.
Raza, género, y sexualidad se co-constituyen. El paso de colonización a colonialidad en cuestión de género centra la complejidad de las relaciones constitutivas del sistema global capitalista de poder (dominación, explotación). En los análisis y prácticas de un feminismo decolonial, “raza” no es ni separable ni secundaria a la opresión de género, sino co-constitutiva. Y eso es precisamente lo que los feminismos blancos han terminado por excluir del análisis, aunque versiones coloniales de la diversidad étnica/cultural han sido incorporadas en feminismos que enfocan la globalización. Es decir, la colonialidad no importa, no pesa. La solidaridad feminista que enfrenta las violencias de la globalización está pensada como cruzando culturas traducibles, ignorando la colonialidad del poder, la racialización de la población, del trabajo, del saber, del género. Esta forma de llamado a una solidaridad entre “mujeres” se hace cómplice de la colonia y su sistema de género.

Muchos programas de estudios sobre la mujer se han hecho cómplices de la colonialidad de género. Lideradas por las afroamericanas, todas estamos luchando para que la interseccionalidad se vuelva una característica metodológica necesaria de los estudios de género: raza, clase y género son inseparables y la intersección de las categorías homogéneas dominantes borran la heterogeneidad interna y borran a la afroamericana, la afrocaribeña, la cherokee, la siux, la navajo, la africana, la indocaribeña, la afrocolombiana, la afrolatinoamericana, la guaraní, la mapuche, la aymara, la toba, la quechua. En nuestros movimientos contra la modernidad es importante que usemos la interseccionalidad de las dos maneras y dejemos de pensar que hay movimientos negros, movimientos indígenas, movimientos de la mujer, como si mujer indígena, mujer negra no fueran contradicciones. ¿Dónde vamos a pregonar nuestra lucha y con quién?

Creo que la colonialidad de género nos muestra grados de opresión mayores y complicidades mayores que la interseccionalidad. Llamo “colonialidad de género” precisamente a la introducción con la Colonia de un sistema de organización social que dividió a las gentes entre seres humanos y bestias. Los seres humanos, europeos y europeas burgueses/burguesas, fueron entendidos como humanos, y una de las marcas de la humanidad es una organización social que constituye al hombre europeo blanco burgués como el ser humano por excelencia: individuo, ser de razón, de mente, capaz de gobernar, el único capaz de ser cura/mediador entre el dios cristiano y las gentes, el único ser civilizado, el que puede usar la naturaleza de la cual no participa y usarla para su exclusivo beneficio, el único capaz de usar bien la tierra y de crear una economía racional, el único que tiene derechos, el único que puede saber. La mujer burguesa europea blanca es humana por ser su compañera, la que reproduce la raza superior, la que reproduce el capital, pero que en sí es inferior por su emocionalidad y cercanía a lo natural, pero es casta. Ella no se ensucia con el trabajo, cultiva su fragilidad física y es débil emocional y mentalmente. No puede gobernar porque no tiene un uso desarrollado de la razón.
Pero así como los humanos son característicamente hombres o mujeres, los racializados como no-humanos, seres inferiores como las bestias, son para el uso del ser humano. Son instrumentos como la naturaleza, seres que tienen que ser guiados por los seres de razón para ser productivos en una economía racional. Como seres racializados, como inferiores, pueden ser usados de manera justificada de cualquier manera concebida por el hombre: pueden ser usados como carne para perros, pueden ser puestos a trabajar hasta morir en la mita, pueden ser violados/as, destrozados/as por caballos o con armas. Es decir, la colonialidad del género significa que los colonizados, los racializados en la Colonia —y después— somos pensados como bestias, sin género. El género es una dicotomía jerárquica. No un par sino uno superior y otro inferior.

Me di cuenta por primera vez, leyendo El Pensamiento Indígena y Popular en América de Rodolfo Kusch (2010), que las dicotomías jerárquicas, características del pensamiento, y las prácticas modernas no existen en el pensar indígena. Después me fui dando cuenta de que la dicotomía jerárquica no ha existido entre muchas gentes indígenas, africanas y del Caribe.

 Llamo “feminismo decolonial” al que empieza por tomar conciencia del sistema de género basado en la dicotomía humano-no humano y la reducción de las gentes y la naturaleza a cosas para el uso del hombre y la mujer eurocentrados, capitalistas, burgueses, imperialistas. El camino a recorrer es un camino que empieza por entender la resistencia a la imposición colonial con referentes colectivos, comunales, contra ese sistema de género, contra esa reducción a animales. Es un camino complejo, un espacio-tiempo que no se puede medir. La historia lineal occidental moderna lo encubre, la concepción abstracta y cuantitativa occidental moderna también lo encubre. Por eso creo que tenemos que empezar a ver lo encubierto, a usar maneras de habitar nuestras posibilidades de una manera distinta, enfatizando saberes distintos, prácticas distintas, maneras de pasarnos resistencias oralmente y corporalmente, maneras de resistir y de ver resistir a otras indígenas del mundo con historias coloniales deshumanizantes.


Entonces, cuando pensamos en la “mujer” indígena y la “mujer” negra, nos urge preguntar ¿cómo es que las indígenas colonizadas llegaron a ser subordinadas en nuestras propias comunidades indígenas, afro, mestizas, cuando la paridad/la binaria, que es incompatible con la dicotomía jerárquica, es lo importante en la organización de la vida en esas comunidades? ¿Qué camino colonial moderno capitalista nos llevó a adentrarnos asumir/internalizar en nuestras comunidades y en nuestros corazones que somos mujeres subordinadas? ¿Por qué entre nosotros hay seres que fueron colonizados como no-humanos y que quieren ir al camino de la decolonialidad pero —contradictoriamente— también quieren ser seres humanos hombres como los hombres modernos, y subordinar a las compañeras? ¿Es por eso que hemos empezado a tomar decisiones comunales sin la necesaria voz de las opuestas, sin lideresas? ¿Y de dónde salió la golpiza? ¿Y de dónde salió toda esa forma de disminuirnos que hace que no podamos saber, saber como chamanes, saber como yatiris, saber como sabias, saber como filósofas, saber como maestras, saber como médicas?

En mi propia experiencia veo que hemos internalizado la colonialidad de género en nuestras propias comunidades. Pero también veo que no hemos internalizado esta subordinación totalmente. Tenemos curanderas, médicas, yerberas, historiadoras orales, parteras, pero también estamos subordinadas y deshumanizadas. Tenemos que repensarnos para realmente poder escuchar la voz de ellas las indígenas, las afro, las mestizas que nos entendemos como partidas por la herida colonial, como se conciben las chicanas, y rechazamos ser eurocentradas. Las mujeres blancas prestaron atención en su feminismo solamente a la dicotomía que las subordinaba, no a la dicotomía que las hacia a ellas humanas y a nosotras bestias. Por eso es que la universalidad de “mujer” es el canto global del feminismo hegemónico. Sugiero aquí que la organización del cosmos, la realidad, los valores en el pensar y en las prácticas no-modernas están profundamente viciadas por la colonialidad de género. Que la descolonización/decolonialidad tiene que incluir necesariamente como inseparable de toda descolonización/decolonialidad la constitución de toda relación afectada por la inferiorización de las indígenas del mundo, por la subordinación, por lo tanto, del dar vida, de crear, de dar aliento sobre las cosas y dar ánimo a los seres, las cosas y los pensamientos. Hacer otra cosa no es solamente dejarnos de lado sino dejar de lado la descolonización de la comunidad y de nuestro propio ser.

Las aseveraciones con las que comencé se deducen; su verdad es revelada por mi argumentación.


BIBLIOGRAFIA

 

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lunes, 12 de agosto de 2013

FEMINISMO NEGRO Sueli Carneiro

FEMINISMO NEGRO  Sueli Carneiro
Ennegrecer al feminismo. La situación de la  mujer negra en América Latina, desde una
perspectiva de género.
Son suficientemente conocidas las condiciones históricas en las Américas que construyeron la relación de cosificación de los  negros en general y de las mujeres negras en particular. Sabemos  también que en toda situación de conquista y dominación la  apropiación sexual de las mujeres del grupo derrotado es uno de
los momentos emblemáticos de afirmación de superioridad del  vencedor.
En Brasil y en América Latina la violación colonial perpetrada  por los señores blancos a mujeres negras e indígenas y la mezcla  resultante está en el orígen de todas las construcciones sobre  nuestra identidad nacional, estructurando el decantado mito de la
democracia racial latino-americana que en el Brasil llegó hasta  sus últimas consecuencias. Esa violencia sexual colonial es  también el cimiento de todas las jerarquías de género y raza  presentes en nuestras sociedades configurando aquello que
Angela Gilliam define como "la gran teoría del esperma en la formación nacional" a través de la cual, y siguiendo a Gilliam:
1. "el papel de la mujer negra es rechazado en la formación de la  cultura nacional;
2. la desigualdad entre hombre y mujer es erotizada; y
3. la violencia sexual contra las mujeres negras ha sido convertida  en un romance." (1)

Lo que podría ser considerado historias o reminisencias del  periodo colonial permanecen, sin embargo, vivas en el imaginario  social y adquieren nuevos ropajes y funciones en un orden social  supuestamente democrático que mantiene intactas las relaciones de género, según el color o la raza instituídas en el periodo esclavista.

Las mujeres negras tuvieron una experiencia histórica  diferenciada que el discurso clásico sobre la opresión de la mujer  no ha recogido. Así como tampoco ha dado cuenta de la  diferencia cualitativa que el efecto de la opresión sufrida tuvo y  todavía tiene en la identidad femenina de las mujeres negras.

Cuando hablamos del mito de la fragilidad femenina que justificó  históricamente la protección paternalista de los hombres sobre las  mujeres, ¿de qué mujeres se está hablando?
Nosotras -las mujeres-negras- formamos parte de un contingente  de mujeres, probablemente mayoritario, que nunca reconocieron  en sí mismas este mito, porque nunca fueron tratadas como  frágiles. Somos parte de un contingente de mujeres que trabajaron durante siglos como esclavas labrando la tierra o en las calles como vendedoras o prostitutas. ¡Mujeres que no entendían nada cuando las feministas decían que las mujeres debían ganar las calles y trabajar!

Somos parte de un contingente de mujeres con identidad de objeto. Ayer, al servicio de frágiles señoritas y de nobles señores tarados. Hoy, empleadas domésticas de las mujeres liberadas.

Cuando hablamos de romper con el mito de la reina del hogar, de la musa idolatrada por los poetas, ¿en qué mujeres estamos pensando? Las mujeres negras son parte de un contingente de mujeres que no son reinas de nada, que son retratadas como las
anti-musas de la sociedad brasilera porque el modelo estético de mujer es la mujer blanca. Somos parte de un contingente de mujeres para las cuales los anuncios de empleo destinan la siguiente frase: "Se exige buena presencia" y cuyo sub-texto es:
negras no se presenten.

Por lo tanto, para nosotras se impone una perspectiva feminista en la cuál el género sea una variable teórica más, tal como afirman Alcoff y Potter, que no "puede ser separada de otros ejes de opresión" y que no "es posible de un único análisis. Si el feminismo debe liberar a las mujeres, debe enfrentar virtualmente todas las formas de opresión". (2)
Desde este punto de vista se podría decir que un feminismo negro, construído en el contexto de sociedades multirraciales, pluriculturales y racistas -como son las sociedades latinoamericanas- tiene como principal eje articulador al racismo
y su impacto sobre las relaciones de género dado que él determina la propia jerarquía de género de nuestras sociedades.

En general, la unidad en la lucha de las mujeres en nuestras  sociedades no sólo depende de nuestra capacidad de superar las  desigualdades generadas por la histórica hegemonía masculina  sino que también exige la superación de ideologías complementarias de este sistema de opresión como es el caso del racismo.

 El racismo establece la inferioridad social de los segmentos negros de la población en general y de las mujeres negras, en particular, operando además como factor divisionista
en la lucha de las mujeres por los privilegios que se instituyen para las mujeres blancas.

Desde esta perspectiva, la lucha de las mujeres negras contra la opresión de género y de raza viene diseñando nuevos contornos para la acción política feminista y anti-racista enriqueciendo tanto la discusión de la cuestión racial, como también la cuestión de
género. Este nuevo mirar feminista y anti-racista se integra a la tradición de lucha de los movimientos negros como a la del movimiento de mujeres, y afirma esta nueva identidad política que resulta de la condición específica de ser mujer y negra.

El actual movimiento de mujeres negras al traer a la escena política las contradicciones resultantes de las variables raza, clase y  género está promoviendo la síntesis de banderas de lucha que  históricamente han sido levantadas por los movimientos negros y  movimientos de mujeres del país, ennegreciendo de un lado las reivindicaciones feministas para hacerlas más representativas del conjunto de las mujeres brasileras, y por el otro lado promoviendo la feminización de las propuestas y reivindicaciones del
movimiento negro.

Ennegrecer al movimiento feminista brasilero ha significado, concretamente, demarcar e instituír en la agenda del movimiento de mujeres el peso que la cuestión racial tiene en la configuración, por ejemplo, de las políticas demográficas; de la caracterización
de la violencia contra la mujer introduciendo el concepto de violencia racial como un aspecto determinante de las formas de violencia sufridas por la mitad de la población femenina del país que es no blanca; en la incorporación de las enfermedades
étnicoraciales o de las enfermedades de mayor incidencia sobre la  población negra, fundamentales para la formulación de políticas públicas en el área de salud; o introducir en la crítica a los mecanismos de selección en el mercado de trabajo, el criterio de
la buena presencia como un mecanismo que mantiene las  desigualdades y los privilegios entre las mujeres blancas y las negras.

Se debe estudiar y actuar políticamente sobre los aspectos éticos y eugenésicos que la investigación en el área de la biotecnología y, en particular, la ingeniería genética pone hoy en el debate. Un ejemplo concreto lo tenemos en la cuestión de Salud y Población.
Si históricamente las prácticas genocidas tales como la violencia policial, el exterminio de niños, la ausencia de políticas sociales que garanticen el ejercicio de los derechos básicos de ciudadanía han sido prioritarios en la acción política de los movimientos
negros, los problemas evidenciados hoy en Salud y Población nos sitúan frente a un cuadro más alarmante aún en relación al riesgo de genocidio del pueblo negro en el Brasil. En el nuevo contexto,  la reducción poblacional a través de la esterilización masiva, a la progresión del SIDA y al uso de drogas entre nuestra población, se le suman las amenazas de las nuevas biotecnologías, en particular de la ingeniería genética, y sus posibilidades para que las prácticas eugenésicas se constituyan en nuevos y alarmantes aspectos del genocidio, sobre los cuales el conjunto del movimiento negro precisa actuar.

La importancia de estas cuestiones para las poblaciones consideradas descartables como son los negros y el creciente interés de los organismos internacionales en el control del
crecimiento de estas poblaciones, ha llevado al movimiento de mujeres negras a desarrollar una perspectiva internacionalista de lucha. Esta visión internacionalista está promoviendo la diversificación de las temáticas, se están desarrollando nuevos
acuerdos y asociaciones y se está ampliando la cooperación interétnica. Crece entre las mujeres negras la conciencia de que los procesos de globalización determinados por el orden neoliberal que -entre otras cosas- agudiza la feminización de la pobreza, vuelven necesaria la articulación y la intervención de la sociedad civil a nivel mundial. Esta nueva conciencia nos ha  llevado a desarrollar acciones regionales en América Latina, en el  Caribe y con las mujeres negras de los países del primer mundo, para fortalecer nuestra participación en los foros internacionales donde gobiernos y sociedad civil se enfrentan y definen la inserción de los pueblos tercer mundistas en el tercer milenio.
Esta intervención internacional, en especial en las Conferencias  mundiales convocadas por las Naciones Unidas a partir de la década de los 90, nos ha permitido ampliar el debate sobre la cuestión racial a nivel nacional e internacional y sensibilizar a los
movimientos, gobiernos y a las NN.UU. para la inclusión de la perspectiva anti-racista y del respeto a la diversidad, en todos sus temas.

Con esta perspectiva actuamos en la Conferencia de El Cairo sobre Población en la cual las mujeres negras operaron a partir de la idea de que "en tiempos de difusión del concepto de poblaciones superfluas, la libertad reproductiva es esencial para
las etnias discriminadas y para impedir políticas controladoras y racistas". Así estuvimos en Viena en la Conferencia de Derechos Humanos de la cual salió el compromiso-sugerido por el gobierno brasilero-de realizar una Conferencia Mundial sobre Racismo y otra sobre Migración para antes del año 2000. Así trabajamos en
el proceso de preparación de la Conferencia de Beijing, dentro de la cual realizamos en Mar del Plata un seminario con mujeres negras de 16 países de América Latina y del Caribe, donde resultó un documento consensuado pró-Beijing que fue incorporado
también por mujeres negras organizadas del primer mundo.

Estas Conferencias Mundiales se volvieron espacios importantes en el proceso de reorganización del mundo luego de la caída del muro de Berlín y se constituyen hoy en foros de recomendación de políticas públicas para el mundo.

El Movimiento Feminista Internacional ha operado en estos foros con el lobby más eficiente entre los segmentos discriminados del mundo. Esto explica los avances de la Conferencia de Derechos Humanos en Viena en relación a la cuestión de la mujer, los
avances de la Conferencia de Cairo sobre Población y de la Eco 92.

En los esfuerzos realizados por las mujeres hacia Beijing uno de los resultados fue que Brasil, por primera vez en la historia de la diplomacia internacional, obstruyó la reunión del G-77, grupo de los países en desarrollo del cual forma parte, para discrepar con el
retiro del término étnico-racial del artículo 32 de la Declaración de Beijing, cuestión que era innegociable para las mujeres negras del Brasil y de los países del Norte. La firmeza de la posición brasilera aseguró que la redacción final del artículo 32 afirmase la
necesidad de "intensificar los esfuerzos para garantizar el disfrute en condiciones de igualdad, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de todas las mujeres y niñas que enfrentan múltiples barreras para su desarrollo y su avance debido
a factores como raza, edad, orígen étnico, cultura, religión..." La lucha ahora es asegurar que esta conquista se concrete en la vida real. El próximo paso es monitorear la implementación de estas acuerdos por parte de nuestros gobiernos.

Conclusiones
El orígen blanco y occidental del feminismo estableció su hegemonía en la ecuación de las diferencias de género y ha determinado que las mujeres no blancas y pobres, de todas partes del mundo, luchen por integrar en su ideario las especificidades raciales, étnicas, culturales, religiosas y de clase social.

¿Hasta dónde las mujeres no blancas avanzarán en estas cuestiones? Las alternativas de izquierda, de derecha o de centro se construyen a partir de estos paradigmas instituídos por el feminismo que, según Léla Gonzalez, padece de dos dificultades para las mujeres negras: por un lado el sesgo eurocentrista del feminismo brasileño se constituye en un eje articulador más de la el feminismo estableció su hegemonía en la ecuación de las diferencias de género y ha determinado que las mujeres no blancas y pobres, de todas partes del mundo, luchen por integrar en su ideario las especificidades raciales, étnicas, culturales, religiosas y de clase social.

¿Hasta dónde las mujeres no blancas avanzarán en estas cuestiones? Las alternativas de izquierda, de derecha o de centro se construyen a partir de estos paradigmas instituídos por el feminismo que, según Léla Gonzalez, padece de dos dificultades  para las mujeres negras: por un lado el sesgo eurocentrista del  feminismo brasileño se constituye en un eje articulador más de la democracia racial y del ideal de blanqueamiento al omitir la
centralidad de la cuestión de raza en las jerarquías de género y al universalizar los valores de una cultura particular (la occidental) al conjunto de las mujeres, sin mediarlos con los procesos de dominación, violencia y explotación que están en la base de la
interacción entre blancos y no-blancos. Por otro lado, también revela un distanciamiento de la realidad vivida por la mujer negra al negar "toda una historia de resistencias y de luchas, en las que esa mujer ha sido protagonista gracias a la dinámica de una
memoria cultural ancestral (que nada tiene que ver con el eurocentrismo de ese tipo de feminismo)" (3). En ese contexto, ¿cuáles serían los nuevos contenidos que las mujeres negras podrían aportar en la escena política más allá del "toque de color" en las propuestas de género?

La feminista negra norteamericana, Patricia Collins, argumenta que el pensamiento feminista negro sería (...) un conjunto de "experiencias e ideas compartidas por mujeres afro-americanas que ofrece un ángulo particular de visión del yo, de la comunidad
y de la sociedad... que involucra interpretaciones teóricas de la realidad de mujeres negras por aquellas que la viven..."

A partir de esta visión Collins elige algunos "temas fundamentales que caracterizarían el punto de vista feminista negro". Entre ellas se destacan:
1. el legado de una historia de lucha
2. la naturaleza interconectada de raza, género y clase
3. el combate a los estereotipos o "imágenes de autoridad".Acompañando al pensamiento de Patrícia Collins, Luíza Bairros usa como paradigma la imagen de la empleada doméstica como elemento de análisis de la condición de marginación de la mujer negra, y a partir de ella busca encontrar especificidades capaces
de rearticular los puntos colocados por Patricia Collins concluyendo que "esa marginalidad peculiar es la que estimula un punto de vista especial de la mujer negra (permitiendo) una visión distinta de las contradicciones en las acciones e ideología del
grupo dominante". "La gran tarea es potenciarla afirmativamente, a través de la reflexión y de la acción política".

El poeta negro Aimé Cesaire dice que "las dos maneras de perderse son: por segregación siendo encuadrado en la particularidad, o por dilución en el universal". La utopía que hoy perseguimos consiste en buscar un atajo entre una negritud reductora de la dimensión humana y la universalidad occidental hegemónica que anula a la diversidad. Ser negro sin ser solamente negro, ser mujer sin ser solamente mujer, ser mujer negra sin ser solamente mujer negra.


Lograr la igualdad de derechos es convertirse en un ser humano pleno y lleno de posibilidades y oportunidades más allá de su condición de raza y de género. Ese es el sentido final de esta lucha.
¡Que Durban sea un paso más en esa dirección!

Notas
(1) Angela Gilliam en "Anais do Seminário Internacional
"Multiculturalismo e Racismo: O papel da açaô afirmativa nos
Estados Democráticos Contemporáneos" pg. 54, Ministério da
Justicia, Secretaria Nacional de a Direitos Humanos. Brasília,
julio de 1996.
(2) Adriana Piscitelli, ibdem , pg. 10/11
(3) Lélia Gonzalez citada por Bairros, Luiza "Lembrando Lélia
Gonzalez" en "O livro da Saúde das Mulheres Negras".
Organizadoras: Jurema Werneck, Maísa Mendonóa y Evelyn
C.White. Editora Pallas/Criola, pg 57. Rio de
Janeiro. Año 2000Sueli Carneiro es brasileña, filósofa y directora del "Instituto
GELEDES de la Mujer Negra" de Sao Paulo, Brazil. Este artículo
está basado en su presentación en el Seminario Internacional
sobre Racismo, Xenofobia y Género organizado por Lolapress en
Durban, Sudáfrica, el 27 - 28 de agosto 2001. Traducción y

edición del portugués al castellano por Lilián Abracinskas