miércoles, 29 de marzo de 2017

feminismo del 1%: solo abolir el techo de cristal a las mujeres de clases altas

Géneros y Sexualidades

ESTADOS UNIDOS

Nancy Fraser: el feminismo del 99 % y la era Trump

Entrevista exclusiva con Nancy Fraser. El fin del neoliberalismo progresista, un feminismo del 99%, el triunfo de Trump y los desafíos de los movimientos sociales y la izquierda.
Miércoles 29 de marzo | Edición del día
Publicamos la entrevista exclusiva realizada por Left Voice, parte de laRed Internacional de La Izquierda Diario, a Nancy Fraser, en los días previos a las movilizaciones masivas del 8 de marzo.
Nancy Fraser es profesora de la New School for Social Research, en los departamentos de Filosofía y Ciencia Política. Sus trabajos se centran en teoría crítica, teoría social, filosofía política, especialmente temas relacionados con el feminismo, la crítica del capitalismo y temas como hegemonía, la política identitaria. Es una de las impulsoras del llamado a construir un feminismo anticapitalista en Estados Unidos.

¿Qué es el feminismo del 99 %?

En un nivel, es una suerte de reacción a la dirección que ha tomado el feminismo, especialmente en Estados Unidos, pero no únicamente aquí, hacia lo que yo considero una relación peligrosa con el neoliberalismo. La principal corriente se ha convertido en un feminismo corporativo, del “techo de cristal”, que llama a las mujeres a escalar posiciones en las empresas. Ha renunciado a toda concepción amplia y sólida de lo que significa la igualdad de género o la igualdad social en general. En lugar de eso, parece estar centrado realmente en lo que yo llamaría la “meritocracia”. Y eso significa solo eliminar las barreras que impiden que las mujeres talentosas avancen hacia las posiciones más altas de las jerarquías corporativas, militares, etc.
La principal corriente se ha convertido en un feminismo corporativo, del “techo de cristal”, que llama a las mujeres a escalar posiciones en las empresas
La clase de feminismo que yo siempre he apoyado –y debo decir que soy hija de los años ‘60 en este sentido– es un feminismo que se trata de abolir las jerarquías corporativas, no de ayudar a una pequeña cantidad de mujeres a ascender en ellas.
Pero el feminismo empezó a dar un giro neoliberal hace alrededor de 20 años. Para mí no se trata simplemente de algo terrible que pasó con la elección de Trump, aunque eso ciertamente es muy malo. Pero creo que bajo la punta del iceberg, hay un conjunto más amplio de circunstancias relacionadas con aspectos estructurales de nuestra sociedad que han sido ignorados por casi todas las corrientes feministas, salvo algunas de izquierda relativamente marginales, con las cuales me identifico, personalmente, pero que hasta ahora no hemos logrado amplificar nuestras voces. Quizás tengamos que agradecerle a Donald Trump el hecho de que éste sea un momento en el que se pueden escuchar voces más radicales.
Parece que después de las grandes movilizaciones, la indignación y el deseo de participar en protestas y en la resistencia, que se manifestó en la Marcha de las Mujeres del 21 de enero, esta puede ser una oportunidad para dar una dirección distinta al feminismo en Estados Unidos. Yo lo llamaría una corrección del rumbo, y no una mera resistencia.
Las marchas del 21 de enero fueron fantásticas. Hubo una energía enorme, una cantidad extraordinaria de gente y mucha creatividad, pero debo decir que a nivel político fueron un poco rudimentarias. No hubo una dirección clara, y quizás fue por eso que tanta gente quiso participar.
Construir un feminismo de izquierda, radical. Un feminismo para todas las mujeres por las que el feminismo corporativo no ha hecho prácticamente nada
Pero también es posible desarrollar una forma de activismo de mujeres que tenga un perfil más claro, una orientación más clara, una plataforma. Y creo que en este contexto, puede empezar a atraer un apoyo más amplio. Porque hay mucha gente, gente joven, gente mayor, que se está radicalizando y politizando por primera vez. Gente que durante la presidencia de Barack Obama mantuvo un perfil bajo. Nadie quería oponerse al primer presidente negro y, por supuesto, él hizo algunas cosas que se pueden considerar progresistas. Pero el activismo había decaído y ahora creo que se destapó y hay nuevas oportunidades.
Entonces hicimos el llamado a una huelga para el 8 de marzo como respuesta específicamente estadounidense al llamado internacional más amplio que ha recibido el apoyo de más de 30 países. Y pensamos que había que aprovechar la oportunidad y ver si podemos construir un feminismo de izquierda, radical. A eso nos referimos cuando decimos un feminismo del 99 %. Un feminismo para todas las mujeres por las que el feminismo corporativo no ha hecho prácticamente nada.

Hablás del fin del “neoliberalismo progresista”, ¿a qué te referís con esa categoría y cómo ves que se desarrolla este “comienzo del fin”?

Durante mucho tiempo me resultó difícil caracterizar este desvío que acabo de describir de la corriente prevaleciente del feminismo hacia una especie de molde corporativo. Y debo aclarar enseguida que diría lo mismo acerca de todos los movimientos sociales progresistas. No es solo un problema del feminismo. Es un problema en los movimientos antirracistas, que también incluyen un aparato político de la elite negra, por lo menos hasta la irrupción de Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan, movimiento contra la brutalidad policial racista, NE). Creo que tenemos un ala corporativa y neoliberal del movimiento ecologista que promueve el capitalismo verde. Dentro de los movimientos LGTBI tenemos sectores que solo promueven la inclusión de homosexuales en las fuerzas armadas y en la vida corporativa, etcétera.
El bloque dominante, hegemónico, representa una alianza nefasta entre corrientes mainstream corporativizadas de los nuevos movimientos sociales y ciertos sectores de la clase capitalista estadounidense
Tengo que decir que en Estados Unidos tenemos una cultura de individualismo, de voluntarismo, de salir adelante con el esfuerzo personal y se considera que si no se lo logra, es culpa de uno. Es el camino normal que sigue la sociedad. Solo en períodos de crisis abierta los estadounidenses tienen un incentivo real para empezar a pensar en términos estructurales sobre cómo funciona la sociedad y cómo está compuesta desde el inicio. Bernie Sanders usó términos maravillosos. Dijo que es una “economía amañada,” una “sociedad amañada”, un “sistema político amañado”. Todo eso es cierto. Pero para comprenderlo, hay que caracterizar las estructuras que introdujeron esa situación.
En ausencia de una intervención fuerte y clara de la izquierda, toda esta resistencia, que es enorme, puede terminar por reconstituir el neoliberalismo progresista en una forma nueva
Hace mucho tiempo que observo y escribo acerca del desvío neoliberal de los movimientos sociales. Pero de alguna manera, la última elección en EE. UU., la campaña, todo eso me ayudó a verlo con mayor claridad. Porque creo que Hillary Clinton lo encarnaba a la perfección. Y luego pude atar los cabos sueltos y dije, “¡Ajá! Lo que tenemos en la carrera electoral entre Clinton y Trump es un concurso entre dos opciones horribles”, que yo denominé “neoliberalismo progresista” y “populismo reaccionario”. Y llegué a entender que lo que ha sido el bloque dominante, hegemónico en Estados Unidos por lo menos desde que asumió Bill Clinton en 1992 –mucho tiempo– representa una alianza nefasta entre corrientes mainstream corporativizadas de los nuevos movimientos sociales y ciertos sectores de la clase capitalista estadounidense. No todos, sino los sectores del mundo empresarial que dependen no de la industria manufacturera sino de un capitalismo “simbólico y cognitivo”, como se ha denominado. Eso es Hollywood, Silicon Valley y, obviamente, Wall Street y las finanzas. Las finanzas se han convertido en una parte enorme de nuestra economía y han desplazado a otros sectores.
A eso me refería al hablar del neoliberalismo progresista. A la forma en que este sector del mundo empresarial pudo crear una especie de cubierta progresista para políticas que, en realidad, están destruyendo el sustento y los modos de vida, las familias y las comunidades de los estadounidenses de clase trabajadora y pobres. Y también corroen la vida de la clase media. Las dos grandes respuestas a este neoliberalismo progresista han sido, por supuesto, la victoria de Trump pero también la campaña extraordinariamente exitosa –que superó todas las expectativas – de Bernie Sanders, que casi derrota a Hillary Clinton, que contó con todo el aparato y el poder a su disposición. Fue un levantamiento muy potente contra el neoliberalismo progresista. Un polo a la derecha y un polo a la izquierda. Lamentablemente, triunfó el polo de Trump. Pero de alguna manera expuso esta alianza hegemónica y creo que eso es lo que ha allanado el camino hacia las movilizaciones actuales.
Y debería agregar un último punto. Uno de mis miedos con respecto a lo que está sucediendo ahora es que, en ausencia de una intervención fuerte y clara de la izquierda, toda esta resistencia, que es enorme, termine por reconstituir el neoliberalismo progresista en una forma nueva, con la dirección de alguna figura más aceptable que Hillary Clinton, que creo que está políticamente acabada, básicamente. Ese es uno de mis miedos. Fue al intentar impedir eso que escribimos el llamado a la huelga de la manera en que lo hicimos y que estamos intentando organizar este feminismo de izquierda.
Quisiera que ese fuera un modelo para otros movimientos sociales. Quisiera ver desarrollarse varias coaliciones antirracistas alrededor de un programa radical similar. Un antirracismo para el 99 %. ¿Por qué no tenemos eso? Para el movimiento de los gays, lesbianas y trans y para el movimiento ecologista. Creo que esta es la dirección.
Y Sanders, que no es una figura perfecta de ninguna manera, ha trazado de alguna forma un camino. Si se mantiene dentro del partido Demócrata o no es otro problema, pero proporcionó un lenguaje que ayudó a exponer lo que ha estado haciendo ese partido durante los últimos 30 años. Y siento que estamos tomando esa apertura que él ayudó a crear y que, a su propio modo perverso, está ayudando a crear Trump, y vamos a intentar profundizarla. Y, como dije antes, me encantaría ver a otros movimientos sociales hacer algo más o menos similar y coordinado.

Sabemos que existen algunos debates sobre el “neoliberalismo progresista”, el rol del movimiento obrero, en particular sobre la burocracia sindical. ¿Podrías contarnos un poco?

Es una historia de larga data. Como en todos los movimientos sociales, inclusive el que ha sido el movimiento más potente en Estados Unidos y en muchos otros lugares, el movimiento obrero, siempre existen presiones para hegemonizar el movimiento e incorporarlo de alguna manera al sistema. Y es la larga historia del llamado sindicalismo empresarial que limita los objetivos del movimiento obrero a las mejoras dentro del sistema, a la obtención de mejores salarios, la limitación de la jornada laboral, la seguridad laboral. Todo eso está muy bien, pero cuando se convierte en un fin en sí mismo, y especialmente cuando el movimiento realmente deja de intentar organizar a los que no están organizados, esto se convierte en un problema. Y a eso hay que agregar algo sobre lo cual el movimiento obrero tenía muy poco control, es decir, la crisis de rentabilidad dentro de la industria en los países de salarios más altos que creó incentivos enormes para la tercerización y la relocalización de plantas en regiones con bajos salarios, inclusive durante un tiempo al sur de Estados Unidos, donde no existe una gran tradición de sindicalismo.
Ese fue un contexto en el cual la estrategia del sindicalismo empresarial de normalizar la situación se volvió realmente problemática. Para empezar, se degeneró hasta centrarse en un intento –no muy exitoso, por cierto – de defender lo que empezaba a aparecer como los privilegios de un porcentaje decreciente de la clase obrera de Estados Unidos que estaba sindicalizado contra las demandas igualmente válidas del estrato mucho más amplio de trabajadores que no lo estaban. Siempre hay elementos de burocracia obrera y creo que esos fueron los que prevalecieron. Y luego se llegó a acuerdos horribles por los cuales un conjunto de beneficios relacionados con las jubilaciones y los salarios se mantenían para trabajadores sindicalizados ya empleados, pero los nuevos empleados no los recibían, sino que conseguían algo significativamente peor. Ya no aparece como una forma muy progresista de sindicalismo.
Quizás la burocracia aún esté atada al partido Demócrata, inclusive a esta forma neoliberal del partido Demócrata, y la base se está alejando cada vez más de él, hacia donde sea que perciban algún compromiso con el cambio
Por otra parte, aunque recientemente ha habido grandes dificultades, hubo un gran aumento de la organización entre trabajadores del sector público y del sector de servicios, a diferencia del sector industrial. Y de alguna manera tiene sentido, considerando las tendencias de nuestra economía, con la caída de la industria y el mayor peso que tienen los servicios. Y eso llevó también a la sindicalización de una población distinta. Hay muchas más mujeres y personas de color (aunque no hay que suponer que los sindicatos industriales no incluían a personas de color, porque no es cierto). Por eso creo que todavía hay corrientes muy importantes dentro del movimiento obrero que considero aliados del tipo de política que intento promover, ya sea trabajadores de la comunicación u otros sindicatos que apoyaron a Sanders, etcétera.
No doy por perdido el movimiento obrero de ninguna manera. Es difícil responsabilizar únicamente a los burócratas sindicales, aunque en gran medida son los responsables de esta situación. Pero ellos no controlan los votos de su base, una gran parte de la cual votó a Trump contra la línea de los sindicatos de apoyar a Clinton. Yo no digo que Clinton sea mejor que Trump, son dos opciones horribles –el populismo reaccionario y el neoliberalismo progresista– y el movimiento obrero se ha visto cooptado por un sector o por el otro. Quizás la burocracia aún esté atada al partido Demócrata, inclusive a esta forma neoliberal del partido Demócrata, y la base se está alejando cada vez más de él, hacia donde sea que perciban algún compromiso con el cambio, pero sin tener necesariamente una idea clara de las opciones de cambio.

En tu libro Fortunas del feminismo, decías que las luchas por el reconocimiento (así como por la redistribución) no tienen un carácter inherentemente anticapitalista, sino que debían estar ligadas a luchas anticapitalistas. ¿Cuáles son las consecuencias políticas de esta división y cómo seguir hacia delante?

El término “redistribución” ya era una especie de concesión y de alguna manera una alternativa al socialismo o quizás un “socialismo light”
Yo daría un paso atrás, históricamente, para contextualizar esos términos, “redistribución” y “reconocimiento”, que han sido términos clave para la forma en que he intentado comprender estos desarrollos durante varias décadas. Para mí, el término “redistribución” ya era una especie de concesión y de alguna manera una alternativa al socialismo o quizás un “socialismo light”. Es el socialismo que no se atreve a nombrarse a sí mismo. En otras palabras, cuando los movimientos obreros y otros movimientos radicales, los movimientos socialistas, estaban luchando contra las reglas básicas de la sociedad capitalista, las relaciones de propiedad, la apropiación de la plusvalía, etc., no hablaban en realidad de redistribución, sino de transformación estructural. Creo que el término “redistribución” fue desarrollado dentro de la socialdemocracia y supone en realidad que el problema es la distribución injusta de bienes divisibles. No se trata de cambiar las reglas de base, por decirlo de alguna manera. Yo diría que después de la Segunda Guerra Mundial, este paradigma redistributivo se volvió dominante en Estados Unidos, pero también en países socialdemócratas ricos, y en muchos Estados desarrollistas que no eran tan ricos, los Estados independientes que también intentaban “desarrollarse”. Y ciertamente corrientes importantes del movimiento obrero y de la izquierda, la izquierda socialdemócrata, retomaron este concepto de la redistribución.
Se desarrolló un segundo paradigma junto con el paradigma dominante redistributivo, que yo y muchas otras personas han denominado “reconocimiento”
Hay varios problemas con esto, evidentemente, pero un problema adicional es que este fue un período, de la posguerra, en el cual ese modelo redistributivo empezó a aparecer como demasiado restrictivo. Betty Friedan escribía sobre las amas de casa atrapadas en los suburbios, y se fundaba una nueva izquierda en contra de la ética consumista. Eran aspiraciones distintas a la distribución justa del ingreso, los salarios y el trabajo, etc. Estaba la lucha contra la segregación racial, por ejemplo. Y comenzaban a acercarse a algunos problemas profundos y estructurales. Planteaban el problema de la ciudadanía de segunda y la pobreza de los afroamericanos y de esa manera exponían algunos aspectos terribles de la historia estadounidense que no quedaron totalmente en el pasado. Entonces, creo que lo que sucedió como respuesta fue que se desarrolló un segundo paradigma junto con el paradigma dominante redistributivo, que yo y muchas otras personas han denominado “reconocimiento”, en el cual el problema no es solo que uno quiere ser tratado de manera igualitaria, sino que quiere que se reconozca, apruebe y valide su especificidad. Uno no tiene que ser como otros ni vivir la vida de un hombre blanco heterosexual para ser un integrante pleno y válido de la sociedad, todo lo cual está muy bien en un sentido, pero una vez más la historia nos presenta muchas sorpresas. Porque el momento en el cual se desarrollaba el paradigma del reconocimiento también fue el momento en el que el modelo capitalista fordista en decadencia se encontraba con dificultades y cuando la redistribución socialdemócrata perdía su base económica.
Entonces había dos sectores, no me parece totalmente adecuado el término “de izquierda”, pero era lo que más se parecía a una izquierda, dos sectores que parecían estar en conflicto. Thomas Frank escribió sobre un mundo industrial en decadencia de trabajadores sindicalizados predominantemente blancos, pero no solo blancos, que se sienten amenazados por el aumento de reclamos en una situación en la cual su sustento está en caída. No están en una situación cómoda para nada. Y luego surge la idea neoliberal progresista entre la gente que promueve el reconocimiento de que esos trabajadores son atrasados –“deplorables” como los denominó Hillary Clinton– racistas y misóginos. Yo no negaría que hay elementos de racismo y misoginia en toda nuestra sociedad, pero la situación es más compleja y no se puede entender exclusivamente en términos morales. Tenemos que entender que es el desarrollo, la transición de una forma de capitalismo –la forma socialdemócrata administrada por el Estado– hacia otra, la forma financierizada y globalizadora. Esa transición es la que está creando las alianzas extrañas y los antagonismos muy poco productivos entre sectores de la población que tal vez se habrían aliado en otras circunstancias.

En un momento en el que crecen varios movimientos y sentimientos nacionalistas, en el llamado que hicieron para el 8 de marzo, destacaron la importancia de construir un movimiento internacional, ¿por qué?

Lo que sugiero es que lo nacional y lo mundial o internacional están estrechamente relacionados
En primer lugar, diría que creo que todo movimiento social progresista y transformador debe pensar en términos internacionales. La izquierda apoya esta idea hace alrededor de 200 años, por lo menos de la boca para afuera. Pero yo diría que es todavía más urgente hoy en día que en cualquier otro momento de la historia, porque ahora el sistema mundial capitalista está mucho más globalizado. Y creo que aun en la medida en que uno quiere hablar de cuál debería ser la política nacional en un país determinado, hay que partir del reconocimiento de que lo que es posible a ese nivel depende en gran medida de la estructura financiera global internacional del sistema mundial. En ese sentido, lo que hizo posible un modelo de socialdemocracia a nivel nacional, en países ricos, como los escandinavos, que era más o menos igualitaria a nivel interno, , fueron los controles de capitales de Bretton Woods. Y una vez que fueron desmantelados [los controles], ese tipo de socialdemocracia relativamente igualitaria, aunque restrictiva, es posible porque se apropia de parte de la riqueza del Sur mundial, depende de cierto tipo de imperialismo... Pero lo que sugiero es que lo nacional y lo mundial o internacional están estrechamente relacionados. Y ese sería un argumento a favor de que si no pensamos cómo frenar las finanzas mundiales, y eso sólo se puede hacer mediante un movimiento social mundial, un esfuerzo mundial, nuestra capacidad de hacer cualquier cosa a un nivel local será muy limitada. Otro ejemplo es el cambio climático. Obviamente no se puede enfrentar con un activismo local, independientemente de cuánto uno reduzca su huella de carbono aquí o allá.
Algo que nos impactó mucho, fue el lenguaje que estaban desarrollando las argentinas. Tenían una comprensión fantástica, integral y estructural de lo que comprende la violencia contra la mujer
Hay problemas como ese que solo se pueden abordar a nivel internacional. ¿Cuál es el nivel internacional hoy? Es Davos, es la OMC, es el régimen de propiedad intelectual del acuerdo sobre los ADPIC (Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual), entre otros. Entonces, ¿cuáles son las instituciones de la izquierda que puedan enfrentarse a ellas? Al principio, me pareció muy prometedor el desarrollo del Foro Social Mundial, porque parecía apuntar a una respuesta a ese nivel. Hubo problemas que podemos discutir, pero quizás no para resaltar aquí. Pero creo que es muy importante pensar ahora en términos globales.
Lo que hace esta huelga internacional [de mujeres, NE] es alentar la solidaridad y el aprendizaje mutuo. Algo que nos impactó mucho cuando escribimos la declaración que apareció en The Guardian, fue el lenguaje que estaban desarrollando las argentinas. Tenían una comprensión fantástica, integral y estructural de lo que comprende la violencia contra la mujer. No responsabilizaban simplemente a los “tipos malos”. Y tomamos eso como perspectiva para pensar la violencia contra las mujeres de una manera que se dirigiera al 99 % de las mujeres. Creo que tenemos mucho que aprender los unos de los otros. Nadie tiene una visión completa. Y es muy emocionante ver el apoyo mutuo y una de las cosas que están sucediendo con la marcha es que los grupos que se están organizando en distintos países van a filmar sus eventos y vamos a intercambiar los videos y eso crea una percepción de que está pasando algo, de que somos parte de algo mucho más grande.

¿Te gustaría agregar alguna reflexión sobre el movimiento de mujeres, decir algo más?

Agregaré un punto más. En mi opinión, la base estructural de la subordinación de las mujeres en la sociedad capitalista es la división entre la producción económica y la reproducción social. Esta división nunca había existido antes en la historia. Estas actividades siempre estaban mezcladas en el mismo lugar. Creo que la forma en que esa división se ha establecido e implementado ha cambiado de manera significativa en la historia del capitalismo, mediante una serie de distintos regímenes de acumulación. Sin embargo, creo que ese es el eje central y diría que cualquier política feminista centrada exclusivamente en cualquiera de esos dos polos sin considerar su imbricación e interconexión profundas no podrá lograr la emancipación de las mujeres.
Traducción: Marisela Trevin

martes, 30 de septiembre de 2014

1910 - La cuestión social y la lucha de las mujeres Ester Kandel

1910 - La cuestión social y la lucha de las mujeres
Ester Kandel (especial para ARGENPRESS.info)

Hablar de la cuestión social es abordar un conjunto de cuestiones que tienen que ver con la situación real, es decir las condiciones de vida, las acciones y las ideas de un sector de la población que se ha incorporado a la producción en el período de desarrollo del sistema capitalista.

Desde fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX, la cuestión social fue abordada desde distintas perspectivas, las de los socialistas, la iglesia católica, las sociedades de beneficencia, los médicos higienistas y la del gobierno. Unos, preocupados por la salud de los niños, la maternidad, las condiciones de trabajo y la educación, tenían como enemigo a las patronales, otros a los socialistas y anarquistas; así sucedió con la iglesia católica.

La dupla mujeres y menores condensaba los roles asignados y asumidos por la mayoría de la sociedad acerca de la misión de las mujeres, la maternidad y las tareas domésticas. La inserción laboral de ésta fue tema de preocupación para las fuerzas políticas y de Iglesia católica.

En el Anuario Socialista 1909, encontramos la opinión de Carlos Kautsky:

“Es imposible prohibir a las mujeres el trabajo industrial porque ya no es dado restablecer la familia tal como antiguamente estaba constituida.

Con el trabajo de la mujer ocurre lo propio que con la máquina: no cabe prohibir ese trabajo; si se le deja libre arruina a la clase obrera, aniquila y en vez de crear las condiciones a la clase obrera favorables a su victoria y de conducirla a una mejor vida social, destruye la vida presente (…) y la mujer obrera necesita una protección más eficaz que la otorgada al hombre. (…) Más al presente la igualdad absoluta no existe y por regla general, las mujeres carecen de medios de defensa lo cual las hace más dignas de protección que a los hombres, entendiéndose por protección el empleo de aquellos medios que contribuyen a realizar la fuerza de independencia de las mujeres y a hacerlas independientes.

Por fin haremos notar que a pesar de todas las declaraciones de las feministas es una locura pretender la perfecta igualdad de la mujer con el hombre. No son iguales porque pertenecen a sexos diferentes por su capacidad y por sus funciones físicas. Y no hay quien dude de que la mujer como madre (la mujer, en cinta, la mujer que amamanta a sus hijos) necesite de una protección mayor que la que puede otorgarse al hombre.

Desde este punto de vista es justo que los obreros den extraordinaria importancia a leyes que limitan el trabajo de la mujer, que tratan de obtener leyes cada vez más equitativas y es justo también que se pida la prohibición de los penosos o peligrosos impuestos a las mujeres como por ejemplo los trabajos en que es necesario el uso de cierto venenos, el manejo de máquinas, etc.”
También estaba en discusión en menor medida, el lugar de la mujer, su sometimiento. Así podemos leer a María Caminos quien firma una nota en La Vanguardia del 25 de junio de 1909, titulada Por la mujer, reflexiona sobre la esclavitud en que está sumida la mujer: “esta perenne esclavitud nos ha marcado con el estigma de una aparente inferioridad intelectual y digo “aparente” porque no es efecto de la naturaleza sino de las costumbres que ejercen una influencia casi tan poderosa como la naturaleza misma”.

Algunos datos y un poco de historia

El 24 de agosto de 1901 el Intendente Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, A. Bullrich, emite un decreto donde propone “una recolección de datos que han de servir al Honorable Congreso para establecer la legislación respectiva y dictar las leyes protectoras para el trabajo de las mujeres y niños en los establecimientos industriales.” El fundamento es “velar sobre la salud y bienestar de las clases trabajadoras, contribuyendo al mejoramiento higiénico de su habitación y demás condiciones de vida.”

Para esta tarea, en su artículo primero nombra ad honorem inspectora de los establecimientos industriales del municipio que ocupan mujeres y niños, a la Señora Gabriela L. de Coni. Esta designación se realiza sobre la base de un reconocimiento: “marcado interés que usted dispensa a las cuestiones sobre protección de las clases trabajadoras”. El Dr. Coni (1) señaló: “fue la primera que entre nosotros abordó de manera práctica la legislación del trabajo, o en otros términos la que plantó el primer jalón en tan trascendental cuestión que dio origen más tarde a la creación del Departamento Nacional del Trabajo y demás leyes obreras sancionadas por el Congreso Nacional.”

El 18 de noviembre de 1903, un artículo en La Nación llama la atención sobre la situación imperante y la actitud de los funcionarios y patrones, acerca de los inspectores de fábricas y la necesidad de una ley. La autora desnuda los argumentos tanto del ministro Dr. González como del Departamento de Higiene, sobre la falta de datos en cuanto las condiciones de trabajo industrial en la Argentina, a fin de legislar al efecto.

Como ya señalé, existían otras perspectivas para abordar la cuestión social; sólo para recordar menciono el proyecto de Ley nacional del trabajo (1904)-, que fue rechazado por las organizaciones sindicales por incorporar una cláusula punitiva.

¿Cuál era la perspectiva de la Iglesia católica?

El centro de las preocupaciones giraban alrededor de

• la influencia de los socialistas y los anarquistas,

• la pérdida de influencia de la iglesia católica;

• el riesgo de la estabilidad social;

• las relaciones del Estado y la Iglesia

La iglesia batallaba contra dos frentes de combate, el liberalismo y el socialismo. Según el sociólogo H. Recalde (2), los católicos se movilizaron porque:

“Por primera vez en nuestra historia, éstos sufrían el embate de fuerzas poderosas que influían en la dirección del Estado y que amenazaban con reducir a la religión al carácter de una cuestión privada. Este proceso, iniciado en la década del 80 con la promulgación de las ‘leyes laicas’ (educación común, registro civil y matrimonio civil), parecía querer completarse con las leyes de divorcio-vincular y de separación del estado y la Iglesia, sobre las que se presentaron proyectos en el curso de esta década. Aunque estas iniciativas no prosperaron, la llegada de socialistas y masones al Congreso de la Nación anunciaba la continuación de estos intentos. (…) Según pensaban los católicos del Centenario, los avances del liberalismo y la incredulidad determinaban ‘un resurgimiento pagano’, que se expresaba en todos los aspectos de la vida corriente, los que se apartaban cada vez más de las prescripciones religiosas. (…) Paralelamente al auge de la cuestión social, se conformaron distintas agrupaciones de mujeres que se pusieron en marcha en pro de reivindicaciones propias. El movimiento designado genéricamente ‘feminismo’, careció de homogeneidad: las distintas entidades femeninas respondieron a las grandes orientaciones políticas de la época, y se diferenciaron por la profundidad de sus demandas en el terreno de los derechos civiles, políticos y sociales.

Las católicas no permanecieron ajenas a esta corriente y ocuparon desde fines del primer lustro un espacio público en el que hasta entonces no habían aparecido; intensificaron, además, su participación en las obras benéficas, su reducto tradicional (…) Lo más notable fue su contacto con las trabajadoras, a las que buscaron en los talleres y en sus viviendas, tratando de organizarlas bajo su influencia, de esa manera se proponían neutralizar a las orientaciones más radicales: librepensadores, socialistas y anarquistas.

Un ejemplo elocuente de este accionar fue Celia Lapalma de Emery, militante católica del Centenario, pronuncia discursos y conferencias que fueron publicados en Buenos Aires en 1910, fue inspectora ad-honorem de fábricas en 1908, organizaba a las obreras a través de acciones de beneficencia y también participó en el Encuentro Patriótico de Señoras”.

Cuando comparamos el informe que presentó desde su cargo en el Departamento Nacional de Trabajo y los que se publicaban en La Vanguardia, nos llamó la atención las cuestiones que analizaba y a las que no hacía referencia como el trabajo infantil que se registraba en ese período y que era sistemáticamente denunciado.

Destacamos los siguientes ítems:

Consideraciones generales:

• - la mayorías de los industriales van adquiriendo la convicción de que el cumplimiento de la ley no los perjudica y que es necesario ir subsanando las deficiencias que en los talleres antiguos la obstaculizan

• la preocupación de los capitalistas por el trabajo hecho en los talleres del Estado y de beneficencia, con los cuales alegan que no puede haber justa competencia, porque en ellos no se calculan todos los gastos de los talleres particulares

• Las condiciones de trabajo de las mujeres y niños en los talleres del Estado y beneficencia son naturalmente favorables ; las jornadas son generalmente menos de ocho horas; la instrucción, la higiene y seguridad, en el caso de accidente, no tiene en la mayoría de ellos nada que objetar. Declara no haber hecho inspecciones)

Inspección: …no me he limitado a considerar exclusivamente la parte que se relaciona con la moralidad y seguridad, que es la encomendada especialmente a la vigilancia de la municipalidad…

La mayoría de los establecimientos industriales de importancia tienen ingenieros o mecánicos argentinos …..encontrándose los mejores modelos de máquinas de las principales marcas norteamericanas, inglesas, francesa, etc(…) la mujer en los trabajos de habilidad y paciencia, hace en breve tiempo progresos asombrosos, poniéndose a la altura de las mejores obreras europeas.

Infracciones: …sobre todo en lo que afecta a la moralidad

• Algunos tienen talleres en malas condiciones, alegan ignorancia de la ley, lo que no es un argumento aceptable.

Talleres industriales: están en mejores condiciones, aun cuando en materia de seguridad he comprobado que la protección de ruedas, es deficiente en muchas partes, que no todas las puertas se abren de dentro hacia afuera, correas o engranajes, que no tienen algunos, para caso de incendio, las facilidades para un rápido desalojo del local. En varios talleres la temperatura es muy elevada, la ventilación insuficiente y la luz mal dispuesta o escasa.

Defensores de menores: suministraron las nóminas completas de las autorizaciones acordadas para que trabajen niños en ciertas condiciones y de ese modo he podido ir haciendo comprobaciones oportunas en los registros de algunas fábricas donde me es difícil realizarlas sin este requisito.

Retribución: costureras, situación angustiosa por lo exiguo de la retribución y largas jornadas a que están sujetas en ciertas ocasiones y épocas, a lo fatigoso de la clase de trabajo que tienen a veces que realizar y sobre todo, porque la necesidad de trabajar en este ramo….tanto en los talleres como en el trabajo llevado a domicilio.

• La antigua edificación de casas de comercio….faltas graves de higiene y seguridad.

• Casas de comercio que giran millones y que tienen agua para las obreras en baldes de latón a la intemperie..

Trabajo de niños: anomalía: hay una agrupación social de niños en Buenos Aires, para los cuales del trabajo – único medio de moralización – los niños están excluidos de modo inconcebible…no es sencillamente un caso de olvido de los poderes públicos, que no han destinado para estos niños los fondos necesarios, olvido injustificable en un país como el nuestro donde los recursos alcanzan con esplendidez para toda obra humanitaria o de necesidad pública. Me refiero a los menores puestos bajo la tutela de las tres defensorías de la capital y que están alojados en una mísera cuadra, en la cárcel de contraventores de la calle 24 de Noviembre, por el solo delito de ser huérfanos.

Están ocupados en algunas industrias – como, por ejemplo, envolver caramelos y cigarrillos – para proceder con rapidez, toman posiciones viciosas, inclinando demasiado sus cuerpos, esforzando la vista con un acercamiento excesivo a los objetos y algunos, en el afán de apresuramiento, haciendo un movimiento acompasado con la mitad del cuerpo, lo que les ocasiona doble desgaste de fuerzas.

He pensado tristemente al verlos en la fatiga que sufrirían esos niños después de ocho horas de trabajo y sobre todo, en el atolondramiento en que quedarían después de tan larga monotonía de movimientos de ruidos

Instrucción: falta de competencia en las obreras porque cuando éstas completan su aprendizaje permanecen poco tiempo en el trabajo.

Es igualmente notoria la existencia de un elemento poco culto en ciertos talleres adonde asiste con malas disposiciones para trabajar

Moralidad de las mujeres y los niños: en una hilandería que visité faltaban varias obreras de las más necesarias, por hallarse detenidas Policía por diversas contravenciones.

En una fábrica de 300 obreras existe orden y bienestar, no hubo nunca huelga, ni descontento.

En los talleres de confección, sobre todo los del centro de la capital, violación de la ley de ambos sexos en la sección de trajes de sastre para señoras.

Talleres de confección:

• …En un caso de incendio , sería muy difícil salvar siquiera una de las cien obreras que ocupa

En otro de 30 obreras trabajaban cual enjambre, entre montones de telas y encajes, en los cuales, algunas, bien puede que dejasen el germen de las afecciones adquiridas en ese ambiente maligno, sin luz ni aire y donde había dos de ellas planchando las costuras con planchas provistas de fuego por dentro.

En los talleres de confección, sobre todo los del centro de la capital, violación de la ley de ambos sexos en la sección de trajes sastre para señoras.

Desde el periódico La Vanguardia, del 30de julio 1909 se criticaron las inexactitudes de este informe, solicitando especificaciones sobre el “afianzamiento de la ley de descanso dominical” y sobre la Ley 5291 se afirmó que no se cumplía en la inmensa mayoría de las fábricas.

El control obrero implementado por el Centro socialista femenino detectó alrededor de un centenar de niños trabajando, infringiendo la Ley y también revelaban las dificultades con los jefes de policía, quienes en muchos casos mediaban a favor de los patrones.

A diferencia de la anterior inspectora Gabriela Laperriere de Coni, no registró los niños/as que trabajaban y que luego en el período de relevamiento sobre el cumplimiento de la Ley 5291, la inspección obrera, sacó a la luz.

Esta militante católica efectuaba la práctica guiada por pensamientos como éstos:

“El socialismo, pues, sobre esta y mil otras bases falsas tiende a implantarse, pretendiendo hacer primar sus ideas y destruyendo así las más sublimes manifestaciones de nuestra santa religión. Según esto, el matrimonio, esa mentira convencional de la civilización en concepto de Max Nordau, está llamada a desaparecer. La mujer, según Bebel, es dueña de su corazón, y puede, por lo tanto, dividirlo cuándo y con quien le venga en talante. Lo que importa, según Malón, es abolir radicalmente la autoridad de los padres y su poder casi regio en la familia. Ni se limitan a esto únicamente sus anhelos: tienden a eliminar también el Estado (…) ¿y qué diremos, señores del anarquismo?

Esta autora reconoce la situación de pobreza de la mujer obrera: “parte el corazón recorrer los sitios en que vive y trabaja, observar sus costumbres, sus fatigas, sus luchas y sus caídas” y reconoce el contraste con “la mimada por la fortuna”

La propuesta ante la cuestión social, reconociendo que la mujer es “oprimida por la situación difícil en que actúa” es que “como cristianas debemos tender la mano en cuanto se halle a nuestro alcance”.

En la conferencia pronunciada en 1907, C. L de Emery hacía referencia a “una guerra sorda y que se ha dado la voz de alerta a todos los poderes, a todos los que poseen algo, a los que estudian u observan a los que escriben o enseñan. Porque esa guerra viene sembrando el terror con hechos (…) ¿Y por qué? Porque el desequilibrio de las clases sociales aumenta; son muchos los que sufren, en frente de muchos que gozan sin tenerles consideración”. (3)

La intervención estatal

La intervención estatal en materia laboral por medio de los distintos poderes y dependencias, incluyendo la policía, beneficiaba los intereses de los propietarios de fábricas y talleres. La iglesia católica, a pesar de sus contradicciones, también apoyaba al aparato estatal, coincidiendo en la preservación del orden social, con distintas acciones, operando por medio de las sociedades de beneficencia, ocupando espacios en el ámbito estatal y de otras instituciones.

La cuestión social en las organizaciones de mujeres

El posicionamiento con respecto a la cuestión social se jugó en 1910 al realizarse dos eventos, uno el Encuentro Femenino Internacional (4) y el Congreso Patriótico de Señoras. Para diferenciarse declaraban que no se ocupaban de “ideas extravagantes y temas exóticos” y ofrecieron un tributo a las “patricias”. Como representantes de la sociedad de beneficencia y del Consejo Nacional de la Mujer, apoyaban el progreso femenino que “no es feminismo mal entendido ni socialismo” y señalaban los méritos de su propia acción patriótica y social. (5) La autora, cita una reseña de La Prensa del 16 de mayo de1910 de la cual seleccionamos el siguiente párrafo: “Mal orientados los conflictos del trabajo y del capital hacia diferencias de clase, que no pueden perdurar bajo nuestro cielo tan claro y tan hermoso como los ideales que iluminan la cuna de la ‘Nueva y Gloriosa Nación.”

¿Para qué retroceder cien años?

Hace falta retroceder cien años para encontrarnos con el hambre, los/as niños/as deambulando por las calles de Buenos Aires revolviendo la basura, las cifras de mortalidad materna (6), todas situaciones evitables, que ponen al descubierto las bases de desigualdad que sostienen este sistema.

Notas:
1) Coni Emilio. Asistencia y Previsión Social. Buenos Aires caritativo y previsor. Ediciones imprenta de Emilio Spinelli, 1918.
2) Recalde, Héctor. Beneficencia, asistencialismo estatal y previsión social/1. Centro Editor de América La tina, 1991.
4) 1910 –El Estado y la lucha de las mujeres. Argenpress, 19-06-2009.
5) Citado por Dora Barrancos en Inclusión/Exclusión –Historias con mujeres. Fondo de Cultura Económica, 2001.
6) La ONU definió la mortalidad materna como un problema de derechos humanos. Rima 26-6-2009.
http://www.argenpress.info/2009/07/1910-la-cuestion-social-y-la-lucha-de.html
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jueves, 18 de septiembre de 2014

Betty Friedan: "El sexo deber ser liberado para convertirse en un diálogo humano"

Betty Friedan: "El sexo deber ser liberado para convertirse en un diálogo humano"

DISCURSO ANTE LA CONFERENCIA NACIONAL DE MUJERES DE 1969
El sexo debe ser liberado para convertirse en un diálogo humano
Betty Noami Friedan
 [1]
[1969]

En este país las mujeres son invisibles para los hombres, pese a lo visible que resulta su papel como objeto sexual. Al igual que los negros eran hombres invisibles, en los Estados Unidos de hoy lo son las mujeres: mujeres que toman parte en las decisiones de los partidos políticos mayoritarios, de la Iglesia; que no se limitan a preparar las comidas parroquiales, sino que pronuncian sermones; que no se limitan a buscar los códigos postales y poner la dirección a los sobres, sino que toman decisiones políticas; que no sólo realizan las labores de limpieza en las industrias, sino que toman una serie de decisiones ejecutivas. Por encima de todo, mujeres que dicen cómo va a ser su vida y su personalidad, y que ya no escuchan a los profesionales del sexo opuesto y ni tan siquiera permiten que éstos definan lo que es o no es «femenino».
La esencia de la denigración de las mujeres es el hecho de que nos definan como objeto sexual. Por lo tanto, para combatir la desigualdad debemos combatir no sólo la forma en que nos denigra la sociedad en esos términos, sino nuestra denigración como personas.
¿Estoy diciendo que las mujeres deben ser liberadas del sexo? No. Estoy diciendo que el sexo debe ser liberado para convertirse en un diálogo humano. El sexo sólo dejará de ser un chiste verde y una obsesión en esta sociedad cuando las mujeres se conviertan en personas con capacidad para tomar sus propias decisiones, con la libertad para practicar una creatividad que vaya más allá de la maternidad, una plena creatividad humana. ¿Estoy diciendo que las mujeres deben ser liberadas de la maternidad? No. Estoy diciendo que la maternidad sólo será un acto humano, objeto de alegría y de responsabilidad, cuando las mujeres sean libres para tomar la decisión de ser madres con total capacidad de elección consciente y plena responsabilidad humana. Entonces, y sólo entonces, serán capaces de abrazar la maternidad sin ningún tipo de conflicto, cuando puedan definirse a sí mismas no sólo como madres de, no sólo como sirvientas de los niños, no sólo como receptáculos para la concepción, sino como personas para quienes la maternidad es una parte de la vida escogida con libertad, celebrada con libertad mientras dura, pero para quienes la creatividad tiene muchas más dimensiones, como las tiene para los hombres. Entonces, y sólo entonces, la maternidad dejará de ser una maldición y una atadura para los hombres y para los hijos.
Pese a todo lo que se habla hoy de la maternidad, pese a todas las rosas que se envían el Día de la Madre, pese a todos los anuncios y la hipócrita celebración de las revistas femeninas dedicadas a las mujeres en su papel de ama de casa o de madre, la realidad es que a los cómicos de la televisión o de los clubes nocturnos les basta con ponerse ante un micrófono y decir las palabras «mi mujer» para que todo el público estalle en risas culpables, maliciosas y obscenas. La hostilidad entre sexos nunca ha sido mayor.
La imagen de las mujeres en las obras teatrales, novelas y películas de vanguardia y la que subyace en las series de televisión dan a entender que las madres vampirizan a los hombres, son monstruos caníbales o, en su defecto, lolitas, objetos sexuales, que ni siquiera son objetos de impulsos heterosexuales, sino sadomasoquistas. Ese impulso -el de castigar a las mujeres- tiene mucha más relación con la cuestión del aborto de lo que nunca se admite.
La maternidad es una pesadilla prácticamente por definición; o, como mínimo, lo será en parte mientras se obligue a las mujeres a ser madres -y sólo madres- contra su voluntad. En la actualidad, como una célula cancerígena que vive su vida a través de otra célula, las mujeres están destinadas a vivir en gran medida a través de sus hijos y de sus maridos, dependen en extremo de ellos; y, por lo tanto, están destinadas a descargar en su marido y su descendencia una gran cantidad de resentimiento, afán de venganza, rencor inexpresable e ira.
Puede que la realidad menos comprendida de la actual vida política estadounidense sea la enorme violencia soterrada contra las mujeres de este país. Ellas han canalizado su violencia atacando a sus hijos y a sus maridos de forma inadvertida, insidiosa y sutil, y alguna veces no tan sutil. El fenómeno de los niños maltratados del que nos informan con frecuencia creciente nuestros hospitales afecta casi siempre a hijos no deseados; y las mujeres son causantes de malos tratos, tanto o más que los hombres. En los historiales de los niños maltratados psicológica y físicamente, la mujer siempre es la mala y la razón es nuestra forma de definirla: no sólo como objeto sexual pasivo, sino como madre, sirvienta, esposa.
¿Estoy diciendo que las mujeres tienen que ser liberadas de los hombres? ¿Que los hombres son sus enemigos? No. Estoy diciendo que los hombres sólo tendrán verdadera libertad para amar a las mujeres y para realizarse con plenitud cuando las mujeres tengan plena libertad para gozar de verdadero poder de decisión en sus vidas y en su sociedad. Hasta que esto no ocurra, los hombres soportarán la carga de culpabilidad por el destino pasivo al que han abocado a las mujeres, el resentimiento reprimido, la esterilidad del amor cuando no se da entre dos personas totalmente activas y felices, sino que contiene el elemento de la explotación. Los hombres no tendrán la libertad de realizarse en todos los aspectos mientras deban vivir supeditados a la imagen de masculinidad que veta toda ternura y sensibilidad a su sexo, todo lo que podría ser considerado femenino. Los hombres poseen enormes cualidades que deben reprimir y temer para poder responder a una imagen obsoleta de la masculinidad, brutal, aniquiladora, a lo Ernest Hemingway, de corte de pelo a cero, de exterminio de todos los niños vietnamitas por napalm, de «pum pum, estás muerto». A los hombres no siempre se les permite admitir que algunas veces están asustados. No se les permite expresar su sensibilidad ni la necesidad de ser pasivos en ocasiones, de no ser siempre activos. A los hombres no se les permite llorar. Por ello, son humanos sólo a medias, al igual que las mujeres serán humanas sólo a medias hasta que logremos dar este paso adelante.
La verdadera revolución sexual es que las mujeres abandonen la pasividad y que pasen de la situación en que son las víctimas más fáciles de todas las seducciones, el derroche, la adoración de falsos ídolos en nuestra sociedad acomodada, a una situación en que alcancen la plena autodeterminación y la dignidad. Por otra parte, la verdadera revolución sexual es que los hombres abandonen la condición de brutos y amos involuntarios y alcancen la humanidad plena y sensible.
Esta revolución no puede producirse sin cambios radicales en la familia tal como la conocemos hoy, cambios en nuestras nociones de matrimonio y amor, en nuestra arquitectura, en nuestras ciudades, en nuestra teología, en nuestra política y en nuestro arte. No es que las mujeres sean especiales, no es que las mujeres sean superiores. Sin embargo, estas expresiones de la creatividad serán necesariamente mucho más variadas y enriquecedoras cuando se permita a mujeres y hombres relacionarse más allá de los estrictos límites de la definición del matrimonio formado por mamá y papá, típico de la revista femenina «Ladies' Home Journal». Si finalmente se nos permite ser personas realizadas, no sólo los niños nacerán y serán educados con más amor y responsabilidad que hoy, sino que traspasaremos las fronteras de esa pequeña familia estéril de barrio residencial para relacionarnos unos con otros realizando por completo las dimensiones potenciales de nuestra personalidad; hombre y mujer como compañeros, como colegas, como amigos, como amantes. Y sin tanto odio, celos, resentimientos e hipocresías reprimidos, surgirá una nueva noción de amor que hará palidecer a lo que calificamos como tal el Día de San Valentín.
Por lo tanto, es de una importancia crucial que consideremos la cuestión del aborto como algo más que una mera actuación cuantitativa, más que una oportuna maniobra política. El rechazo del aborto no es una cuestión de conveniencia política, es parte de algo más importante. El hecho de que este fin de semana estemos iniciando lo que tal vez sea el primer enfrentamiento nacional entre hombres y mujeres tiene trascendencia histórica. Las potentes voces de las mujeres son por fin escuchadas al hablar con todas las letras de la cuestión del aborto, tanto en su sentido más básico de moralidad como en su nuevo sentido político, parte de una inacabada revolución por la igualdad sexual. Con este enfrentamiento, marcamos un importante hito en la maravillosa revolución que se inició mucho antes de que cualquiera de nosotras hubiera nacido y que todavía tiene un largo camino que recorrer. Las pioneras, desde Mary Wollstonecraft hasta Margaret Sanger, nos transmitieron la conciencia que hoy nos ha traído hasta aquí procedentes de diferentes puntos; y, de igual forma, nosotras aquí, al cambiar los términos mismos del debate sobre el aborto para garantizar el derecho a elegir de la mujer y para definir los términos de nuestras vidas, hacemos que las mujeres se acerquen más a la dignidad humana plena. Hoy, hemos conseguido que la Historia dé un paso adelante.
BETTY FRIEDAN
[1] Betty Naomi Goldstein, más conocida como Betty Friedan, escritora y activista feminista cuyo bestseller “La mística femenina” [The Feminine Mystique], el libro que cambio la historia de las mujeres, contribuyó a inspirar uno de los grandes movimientos sociales del Siglo XX: El Movimiento Feminista Moderno. En el discurso que publicamos plantea el tema del aborto, y la liberalización del sexo como medio de superar la denigración de las mujeres como personas, que hasta entonces eran tratadas como objeto sexual. Contribuyó a crear la primera Organización Nacional de Mujeres en Estados Unidos (NOW) que presidió hasta el 1970, y NARAL, en un principio conocida como la Asociación Nacional para la Revocación de las Leyes contra el Aborto. En 1971 contribuyó al lanzamiento del National Women’s Political Caucus (Comité Político de Mujeres).

viernes, 8 de agosto de 2014

QUE ES EL SEXISMO

SEXISMO


Teoría y práctica basada en la inferioridad del sexo femenino que viene legitimado por las diferencias biológicas entre hombres y mujeres. El sexismo es una construcción multidimensional. Sus aspectos pueden mostrarse tanto de manera hostil como benévola, patente o encubierta. Es un conjunto de métodos empleados para mantener uno de los sexos dominados, en una situación de inferioridad, subordinación y explotación. El sexismo patriarcal se basa en el Androcentrismo. Establece un sistema de legitimación para monopolizar el poder de dominio y de violencia en manos de los hombres.
El término sexismo fue difundido en los años sesenta por los movimientos feministas en Estados Unidos con la intención de crear un análogo al término racismo para poder determinar la opresión del sexo femenino.
Se diferencia entre Sexismo y Patriarcado, siendo el primero el conjunto de prácticas, simbolismos, lenguaje, estereotipos, relaciones de poder entre los sexos y el segundo el sistema establecido e institucionalizado para garantizar el dominio de lo masculino frente a lo femenino.
La construcción de un orden simbólico sexista en el que las mujeres son consideradas inferiores a los hombres implica una serie de comportamientos y actitudes estereotipados que conducen a la subordinación de un sexo con respecto al otro.
Algunas autoras establecen diferencias entre machismo y sexismo, ya que mientras el machismo es una actitud inconsciente -en el sentido de que cuando a una persona con comportamientos machistas se le explica su actitud puede optar por abandonarlos- el sexismo representa una actitud consciente que propicia la dominación y subordinación del sexo femenino con respecto al masculino.
Las formas más relevantes de sexismo son el machismo, la misoginia y la homofobia. Y una característica común a todas ellas es que son expresiones de dominio masculino patriarcal.


Leer más: http://www.monografias.com/trabajos26/diccionario-generos/diccionario-generos3.shtml#ixzz38tWpcnxx

EXTRAIDO DE
http://mujerdelmediterraneo.blogspot.com.ar/2014/08/sexismo.html

viernes, 13 de junio de 2014

Indias y negras contra el patriarcapitalismo

El otro feminismo: “indixs” y “negrxs” contra el patriarcado (compilado de textos de feminismo no occidental)

Nota de Metiendo Ruido: Hace unas semanas publicamos un articulo sobre feminismo, y una compañera, para nuestra grata alegría, se dio el trabajo de hacer un comentario y una respuesta a dicho articulo. A continuación dejamos con ustedes esta interesante reflexión y los textos que se proponen en relación al tema abordado. Por último invitamos a cualquiera que quiera enviar algún aporte a hacerlo con confianza a nuestro correo metiendoruido@gmail.com o metiendoruido@riseup.net Un abrazo.
el otro feminismo 2
Respecto al artículo presentado por este medio titulado“La emergencia de un machismo-leninismo”  Me surgió la inquietud por complementar el “argumento 2” donde se afirma que el “origen del feminismo, efectivamente, es burgués” agregando que a pesar de ello, “la extracción social de los precursores de un movimiento no determina exorablemente su carácter de clase en el futuro”. Lo cual me/nos hace reflexionar.
La mitificación del feminismo no es nueva, desde su origen se ha asociado como una ideología “para mujeres”, una ideología “anti hombres”, etc, pero hoy sacamos a colación un asqueroso mito, histórico por lo demás, el cual figura al feminismo como una ideología “burguesa”, invisibilizando los aportes de tantxs compañerxs, que desde diferentes puntos del globo, desde otra clase social y bajo distintas lógicas del pensamiento, han contribuido teórica y prácticamente, pensadorxs y/o activistas que hoy se hace necesario y urgente re-leer.
el otro feminismo 1Es triste ver que en una tierra donde se producen tantos conflictos, tantas luchas y así mismo tanto conocimiento, saberes, debate y aprendizaje, sigamos rigiendo nuestras ideas por líneas de pensamiento totalmente ajenas a nuestra realidad histórica y social. Es por esto, que urge difundir “el otro” feminismo, el de abajo, no occidental, desde mujeres y hombres que no se reconocen desde una universalización de su sexo/género, sino que generan sus propias identidades en tanto sujetxs pertenecientes a una clase, género y raza.
Creo que lo fundamental, para comprender la aparente ausencia de lo que llamo “el otro” feminismo, es reconocer la importancia del violento proceso de colonización que vivieron – y viven- algunos pueblos de Latinoamérica y el mundo. La colonización no sólo abarcó/abarca el saqueo de recursos naturales o la imposición de una religión, el mestizaje forzado o la subordinación a una potencia mayor. La colonización también trajo consigo una “modernidad”, una “civilidad” que determina qué conocimiento es válido y cual no, lo que seguimos reproduciendo día tras día en nuestros espacios educativos, es decir, lenguajes, lógicas de pensamiento y categorías epistemológicas.
Según el sociólogo Aníbal Quijano*, la configuración cultural que impone la dominación europea establece nuevas relaciones intersubjetivas de dominación entre lo europeo y lo no-europeo, por lo que se confirma “la pretensión eurocéntrica de ser la exclusiva productora y protagonista de la modernidad, y de que toda modernización de poblaciones no-europeas es, por lo tanto, una europeización, es una pretensión etnocentrista” *
Es por esto, que existe una configuración hegemónica del conocimiento, respetando netamente su origen europeo, acallando las voces “incivilizadas”.
el otro feminismo 3Ahora, ¿como se vincula esto con el feminismo? El mito de que el feminismo es “burgués” porque ha sido y sigue siendo pensado y /o practicado por mujeres “burguesas” es una mentira que se ha visto amparada, no solo por la academia y su producción colonialista del conocimiento, sino por nosotrxs, muchxs que aun no rompemos con el cerco hegemónico de las ideas, negando las que provienen de quienes subvierten el sistema diariamente, desde otros espacios y otras lógicas descolonizadas y anticapitalistas.
El sistema patriarcapitalista, mediante sus aparatos de normalización, han invisibilizado, desconocido y deslegitimado estas propuestas-ideas-reflexiones-acciones, y por ende, se comprende al feminismo como pensado sólo por mujer-europea-clase alta- y no por mujer-indígena-clase baja. Por lo tanto hoy no podemos seguir alimentando la ignorancia y este pequeño escrito es una invitación a conocer, leer, discutir, abrazar, compartir, dialogar, las propuestas de compañerxs quienes desde sus distintas voces, posiciones sociales, raciales y culturales, han dicho basta a un sistema de dominación que aun persiste y pareciera que cada día se fortalece más, y que solo está en nosotrxs destruirlo.
Por lo que a continuación se adjuntan diferentes enlaces que contienen interesantes lecturas, para ponerse al día con estas ideas.
A estudiar y a luchar!

- Sobre propuestas feministas descolonizadas desde pueblos colonizados:

Descolonizando el Feminismo: Teorías y Prácticas desde los Márgenes: dicho libro es un compilado de artículos académicos donde se abarca el tema del feminismo desde diferentes pueblos, pasando por los países islámicos, Uganda, Africa y Latinoindoamérica.

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-Sobre los aportes del feminismo negro:

Los aporte de las afordecendientes a la teoría y la práctca femeinista: Desuniversalizando el sujeto “Mujeres”: éste artículo presenta de manera clara y concisa la importancia de la categoría “raza” y cómo esta se incorpora al feminismo, evidenciando la importancia de la mujeres afrodecendientes en la producción teorica-práctica del feminismo.

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-Sobre feminismo latinoamericano:

“La ideas feministas latinoamericanas”: a través de éste libro podemos realizar una reflexión sobre el pensamiento feminista no occidental, desde mujeres pensadoras latinoamericanas quienes vieron la necesidad de repensar la practica feminista a través de sus historia de colonización, racialización y sexualización como “mujer latina”.

ARTÍCULO DE RESUMEN

LIBRO COMPLETO


-Sobre feminismo indígena:

“Las diversas teorías y prácticas feministas de mujeres indígenas”:
“ Es difícil explicar esto a una mujer blanca cuando no se tienen las condiciones para dialogar; mira nosotras no estamos de acuerdo con la imposición de criterios feministas hegemónicos, pero yo reconozco y valoro todo el aprendizaje que tengo de las diferentes corrientes feministas porque han provocado que me reconozca como sujeta epistémica y por lo tanto pensarme desde el cuerpo y en el espacio donde convivo para tejer ideas feministas, con ello se fortaleze la construccion consiente de mi identidad feminista comunitaria y su vez aportamos al movimiento feminista en el mundo”
Lorena Cabnal, feminista comunitaria maya-xinka.

ARTÍCULO RESUMEN

ENTREVISTA A LA AUTORA


* Sobre la colonialidad de poder, Aníbal Quijano.

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Escrito por María Soledad


http://metiendoruido.com/2013/02/el-otro-feminismo-indixs-y-negrxs-contra-el-patriarcado-compilado-de-textos-de-feminismo-no-occidental/